Miles de presos palestinos inician una huelga de hambre indefinida

Más de 3.500 presos palestinos, que se encuentran encarcelados en Israel, iniciaron ayer una huelga de hambre con carácter indefinido en protesta por el íncumplimiento de los pactos de Oslo, en los que se acordó su progresiva liberación. La protesta fue apoyada por todos los comerciantes árabes de la ciudad antigua de Jerusalén, que decidieron cerrar las puertas de sus comercios a partir del mediodía.Todo esto coincide con una nueva lectura, más realista y menos optimista, de la cumbre extraordinaria celebrada horas antes en Bruselas, entre el ministro de Exteriores israelí, David Levy, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasir Arafat, en la que trataron de nuevo de descongelar el proceso de paz, bloqueado desde hace cuatro meses. "Estamos ante la mayor crisis de los últimos tiempos, y nada aún se ha resuelto", aseguraba ayer a la prensa el portavoz palestino Hassa Asfour, rebajando el tono de euforia y de triunfalismo transmitido el martes en Bruselas.

Para este portavoz, así como para otros observadores diplomáticos internacionales en Jerusalén, "una cosa es esta euforia estratégicamente difundida, y otra, la realidad", que según ellos, permite afirmar con rotundidad que el proceso continua bloqueado y que continuará así hasta que se dé "marcha atrás en la construcción de nuevos asentamientos".

Pero esto no es todo. Otra nota pesimista en el proceso de paz se difundió ayer en Jerusalén, cuando se conoció que el Parlamento había aprobado, en primera lectura, el texto de un proyecto de ley que tiene como principal misión dificultar la devolución a Siria de los altos del Golán, que Israel ocupa desde la Guerra de los Seis Días, en 1967.

La ley, en fase de aprobación, establece que la devolución de un territorio anexionado deberá, de ahora en adelante, ser aprobada por los dos tercios de la Cámara, 80 diputados, y no por mayoría simple. Con esta ley podría complicarse la reanudación del proceso de diálogo de Israel con Siria, que comenzó en la Conferencia de Madrid de 1991.