La Fura devora a Debussy
La Fura "enfurece" todo lo que toca; es una compañía con personalidad y sello propios. La imagen, antes muy agresiva, ahora más compuesta, comercial y comedida, más "asequible" y asumible por festivales de americana y corbata, pero aún impactante, es el sello de la célebre compañía. La Fura sólo sabe hacer de Fura.Con montajes creados y pensados desde y para la compañía no hay problema, el problema surge cuando hay que "ponerse al servicio" de una obra preexistente. El martirio de San Sebastián de Debussy sobre textos d'Annunzio es una obra muy delicada, de equilibrios musicales muy difíciles con complicadísimos referentes culturales y con segundas y terceras lecturas que deben quedar más sugeridas que explicadas. La Fura entró a saco en la obra de Debussy, cortó, añadió" alteró el orden de los números y el resultado fue que los que habían asistido al espectáculo esperando encontrarse con un montaje de la Fura dels Baus salieron satisfechísimos y los que habían asistido esperan escuchar El martirio de San Sebastián ese extraño hijo francés de Parsifal, salieron decepcionados.
El martirio de San Sebastián
De Claude Debussy sobre texto de Gabriele d'Annunzio. Versión escénica de La Fura dels Baus. Intérpretes: Abraham Hurtado y Al Victor. Narrador: Miguel Bosé. Solistas vocales: Ewa Malas-Godlewska, Nora Gubisch y Elsa Maurus. Orquesta de Valencia y Coro de Valencia. Dirección musical: Frederik Chaslin. Coreografía: Erre Que Erre. Realización de la imagen: Manuel Huerga y Franc Aleu. Vestuario y utillería: Jaume Plensa. Adaptación y creación de textos: Guillem Martínez. Dirección escénica: Alex Ollé y Carlos Padrisa. Auditorio Jardins del Castell. Peralada. 19 de julio.
Debussy declaró que, precisamente en esta obra, su música tenía que ser "algo más que ese zumbido vago que acompaña demasiado a menudo los versos o la prosa" y eso, un zumbido vago, fue a lo que sonó la música.
La Orquesta de Valencia, con una cuerda poco nutrida e irregular no ayudó mucho, las solistas vocales cumplieron, sin más, el coro, se apañó, la dirección musical de Frederick Chaslin resultó blanda, desfibrada, irrelevante, pero ni la Filarmónica de Berlín con el mismísimo Karajan al frente habrían conseguido imponerse en aquel montaje, estaba demasiado desequilibrado a favor de la escena.
La escena, seductora, impactante, con un Miguel Bosé puestísimo en el papel aunque de vez en cuando se le fuera el santo al cielo, con unos profesionales completísimos como son los actores de la Fura y con un despliegue apabullante de prodigios tecnológicos "chupaba plano" impidiendo cualquier equilibrio. La Fura, la imagen de la Fura, pesaba demasiado, La Fura devoró a Debussy.
Otro asunto es la lectura que La Fura impone del riquísimo y polifacético mito de San Sebastián. Arropada en una presentación elaborada y trabajada, es, en el fondo, demasiado simple y unidireccional.
San Sebastián, sueño erótico de Diocleciano y, posteriormente, de miles de beatas y beatos, es el origen de un mito muy complejo. Hay en él una sensualidad y un erotismo andrógino y narcisista perturbardor, hay también en él, el secreto del masoquismo y del éxtasis y la catarsis a través del dolor. Reducirlo, como hace el montaje, a una especie de confuso rebelde sin causa es simplificarlo y empobrecerlo. Se podría haber ido mucho más allá. Cualquiera que haya hecho la primera Comunión y haya observado ese extraño santo de cuerpo Danone, el más desnudito de todos, todo clavadito de flechas y poniendo cara de estar llegando al orgasmo sabe que se podía ir más allá y si no, pregúntenle a la beata.
Babelia
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