Menos entusiasmo que en 1994
Los paralelismos con el 31 de agosto de 1994 son obvios, pero esta "segunda parte" de la tregua del IRA ha sido acogida con más frialdad tanto en Irlanda, del Norte como en el Reino Unido. La euforia ha desaparecido del paisaje. Los ríos de tinta que corrieron hace tres años han quedado reducidos esta vez a una amplia cobertura por parte de los periódicos progresistas británicos y a una discreta información en los de mayor tirada.Los ciudadanos norirlandeses están dispuestos por lo que parece a celebrar en frío una noticia que encuentra a la provincia en un estado de profundo agotamiento. A mediodía de hoy, los seguidores del Sinn Fein volverán a celebrar la oferta de paz del IRA con concentraciones en Falls Road pero nada será ya lo mismo. Algunos políticos consideraban ayer que esta "nueva oportunidad a la paz", como calificó Gerry Adams la tregua, puede ser la última que se le presenta a Irlanda del Norte. Pero en el Ulster siempre hubo otra primera vez y es peligroso hablar de última oportunidad.
Los sectores nacionalistas han culpado siempre al Gobierno de John Major, por no aceptar al Sinn Fein en la mesa negociadora, de la ruptura de la anterior tregua. Los políticos unionistas insisten en que dichas treguas forman parte de la táctica del IRA que combina sabiamente los medios democráticos y los violentos para lograr su objetivo de una Irlanda unida, contra los deseos de, la mayoría de la población. Unos y otros tienen, probablemente, razón, pero el nuevo Gobierno laborista está dispuesto a probar suerte de nuevo. El coste económico de la Unión -mantener Irlanda del Norte representa un gasto anual de más de 700.000 millones de pesetas al Tesoro británico- y el coste humano -más de 3.000 víctimas en 28 años- justifican plenamente los esfuerzos de Londres. El problema al que se enfrenta ahora el Gobierno de Tony Blair es convencer a los unionistas moderados de que sentarse a negociar con el Sinn, Fein no es el fin de la Unión. Afortunadamente para ellos, el Gobierno de Dublín es el menos interesado en que así sea.
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