Las mafias del narcótrafico, detrás del asesinato de un periodista en México

Las mafias mexicanas del narcotráfico han vuelto a dejar su huella siniestra. Benjamín Flores González, un periodista mexicano de 29 años especializado en las actividades de los carteles de la droga, murió acribillado el martes en el norteño Estado de Sonora, fronterizo con Estados Unidos. Las redes del crimen organizado que atenazan la vida pública y política de México han recordado que no están dispuestas a relajar la mordaza del terror. Flores engrosa una lista sangrienta que crece cada día en medio de la impunidad.

El periodista dirigía un diario llamado La Prensa en San Luis Río Colorado, la localidad que se hizo famosa después de que varios individuos (entre ellos algunos policías) robaron media tonelada de cocaína de la comisaría. Flores solía publicar sus denuncias en primera página y afrontaba ya varías demandas por difamación. El martes un sujeto le vació un cargador de fusil automático Kaláshnikov a las puertas del rotativo. Después lo remató con una pistola, disparándole a la cabeza.El periodista estaba amenazado y presentía este final . En su computadora los compañeros encontraron un mensaje póstumo que incluye una lista de posibles asesinos. "Sospechamos de medio mundo, sobre todo narcopolíticos, narcopolicías y traficantes", aseguraba el redactor jefe de La Prensa. En los últimos días Flores había investigado los vínculos entre un antiguo policía y el capo Amado Carrillo, que murió la pasada semana cuando se hacía la cirugía estética en la capital mexicana.

Un contingente de 300 agentes se ha puesto a investigar el crimen. El gobernador del Estado, Manlio Fabio Beltrones, cuyo hermano Orestés también estaba en el punto de mira del diario, ha asegurado que el, asesinato no quedará impune. Pero nadie le cree. Los carteles de la droga son los dueños y señores de los Estados fronterizos, y sus tentáculos se extienden ya por la costa del Pacífico y la propia Ciudad de México.

La infiltración que han logrado en los cuerpos de seguridad y en la propia estructura política les ha proporcionado tal grado de impunidad que a estas alturas constituyen no sólo la mayor amenaza para el Gobierno mexicano, sino el principal quebradero de cabeza para las autoridades estadounidenses. Cuatro grandes mafias (los carteles de Ciudad Juárez, Tijuana, Sinaloa y Matamoros) se reparten el territorio en una guerra sangrienta e introducen en Estados Unidos el 70% de la cocaína que se llega a ese país. Las ganancias obtenidas ascienden a unos 30.000 millones de dólares anuales, lo que equivale al 12% del Producto Interior Bruto mexicano.

La muerte de Flores se suma a la larguísima lista de víctimas que provoca el turbio mundo del narcotráfico, pero también se añade a otra estadística siniestra: la de los periodistas asesinados en México. Según la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), 18 profesionales mexicanos han sido ejecutados en los últimos ocho años, con lo que México se sitúa en tercer lugar después de Perú y Colombia. En términos de agresiones en general, México está a la cabeza de América Latina: desde 1989 se han registrado 272 ataques, individuales o colectivos, contra periodistas, superando así a Colombia, donde se han dado 150 atentados no fatales contra trabajadores de la prensa.