El toro del fotógrafo
El primer toro parecía el del fotógrafo de la puerta. Salió, se paró y ahí se las dieran todas.Se situó el toro de Domecq al lado de un burladero -el fotógrafo de la puerta tiene situado al suyo cerca de la calzada-, y no le inmutaban las intentonas de César Rincón para torearlo.
A lo mejor hacía bien el toro Domé. Uno, si toro, ve llegar a César Rincón con aquellas trazas y tampoco habría embestido. Las formas que empleaba César Rincón para torear no daban ganas de embestir ni nada.
Lo primero que hizo el toro del fotógrafo al aparecer en la arena fue arrebatarle el capote a César Rincón. Le debió dar un susto morrocotudo pues Rincón se tiró precipitadamente al callejón.
César Rincón no tenía su tarde; acaso tampoco su temporada. Al toro del fotógrafo, que no movió las pezuñas ni un centímetro, le hizo así, como quien osa, y sin lograr ni un solo pase la emprendió a pinchazos.
Torrestrella / Rincón, Ponce, Rivera
Toros de Torrestrella, todos con más de 600 kilos; con trapío excepto 2º; varios sospechosos de pitones; 1º, 4º y 6º, mansos; 2º y 5º, encastados.César Rincón: cuatro pinchazos bajos y dos descabellos (silencio); media tendida baja perdiendo la muleta, tres descabellos entre numerosos fallos, achuchones y desarmes -aviso-, más fallos y achuchones y ocho descabellos (protestas). Enrique Ponce: pinchazo, otro hondo perdiendo la muleta, rueda de peones y cinco descabellos (silencio); estocada corta atravesada trasera baja (pitos). Rivera Ordóñez: media ladeada, rueda insistente de peones y cinco descabellos (silencio); pinchazo, media ladeada, rueda insistente de peones y dos descabellos (pitos). Plaza de Pamplona, 10 de julio. 5 a corrida de San Fermín. Lleno.
Al quinto toro, que ya presentaba un aire de Domé verdadero, tampoco le ofreció Rincón señuelos suficientes para embestir. Unos derechazos feos le quitaron el celo al toro, que se retiró a las tablas. Allí quiso César Rincón darle muerte y sus desastrados intentos toricidas acabaron convertidos en cruenta tortura.
Con el descabello fue ella. El toro no daba motivos pero César Rincón debió tomarlo por el conde Drácula y apenas amagaba el golpe huía despavorido, perdiendo la muleta, el verduguillo y los papeles. Una vez hasta se le trabaron los pies, cayó y rodó veloz por la arena cual si el conde Drácula fuese a hincarle el diente. Sonó un aviso, que debieron ser dos. Once descabellos se contabilizaron.
Las figuras no están muy entonadas últimamente. A Enrique Ponce y a Rivera Ordóñez los pitaron, ¡oh! En cambio, al comparecer, ¡ah!, les habían aplaudido. Pegaban unos pases y el público les ovacionaba con calor. Repetían los pases y ya les jaleaba menos. Volvían a repetirlos y los mozos de las peñas se ponían a cantar La chica ye ye.
Preciso es reconocer que las figuras son muy pelinas. Enrique Ponce le hizo al tercer toro -sospechoso de pitones, encastado y noble- una faena basada en los derechazos, deslucida en el muestrario breve de naturales, presurosa y movida. Décadas atrás, a los toreros que toreaban así los llamaban ratoneros. Hogaño, en cambio, lo más probable es que le regalen una oreja. Ponce la perdió al fallar con los aceros.
Rivera Ordóñez fue el único que toreó de capa embraguetándose y en su quite al tercer toro ciñó lances del delantal. Luego hizo una faena de muleta vulgarísima y reiterativa, casi toda por derechazos, con una serie de naturales en los que no se acopló.
Para entonces, los mozos de las peñas ya habían dispuesto la merienda, ya daban cuenta del ajoarriero, ya les coloreaba la sotabarba el aceitico de las magras con tomate y Villanueva convidaba a una merluza de Artajona quequitaba el sentido.
Un geniecillo que sacó el quinto toro en varios derechazos y un natural indujo a Enrique Ponce a machetear. La agresividad del sexto también hizo tirar líneas a Rivera Ordóñez después de que hubiese enayado similar repertorio.
Ellos dicen lo contrario pero la verdad es que a los toreros le pone muy tensos el toro que embiste. Puestos a elegir prefieren el toro del fotógrafo de la puerta, que lo disecaron humillado y quien quiera puede hacerse una fotografía a su lado sin riesgo alguno.
Los aficionados gustan más hacérsela dándole un trincherazo y los mozos de vocación sanferminera se tumban delante -patas arriba, gestos de horror, mejora el plano si se echan las manos. a la cabeza-, componiendo la figura del que ha sufrido un revolcón en pleno encierro. Aseguran que cuando acabe San Fermín el fotógrafo se va a comprar el Banesto. Bien merecido lo tiene. A in de cuentas se pasa mejor con su toro que en la plaza viendo hacer dengues a esos aburridos pegapases con ínfulas de figura.
La corrida de hoy
6ª de la Feria de San Fermín. Toros de Jandilla para Jesulín de Ubrique, Pepín Liria y José Tomás. A las 18.30. El encierro de los to ros empieza a las ocho de la mañana, partiendo e los corralillos del Gas.
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