El peligro de los encierros se mantiene pese al aumento de la seguridad
. Que en los cuatro primeros encierros de la actual feria haya habido cuatro heridos por asta de toro indica bien poco. No es un número ni mayor ni menor de lo esperado. El peligro en los encierros se mantiene estadísticamente estacionario, pese al aumento que año tras año se hace de las medidas de seguridad.
La reducción de muertes en los encierros no es nueva. De las 13 cogidas mortales ocurridas desde 1924, que fue cuando se comenzó a hacer el recorrido actual, sólo una data de los últimos '16 años. El norteamericano Matthew Peter Tassio se convirtió en la víctima número 13 el 13 de julio de 1995. Un torrestrella le seccionó la vena aorta. La catarata de muertos de los años setenta se había detenido hasta eNtonces. "Pero la bendita culpa", opinan varios de los pastores más veteranos, "no la tienen ni las medidas de seguridad ni la pericia de los mozos. La tiene la ciencia".
Más de 150 hombres y mujeres se ponen cada día al servicio de la seguridad. Y a su lado, dos centenares de policías intentan ordenar el caos, sujetar a los mozos, expulsar a los beodos, revisar el circuito y mantener la calma pese a los sudores fríos que, a ellos también, les invaden cuando, explota el primer cohete.
Cuatro mozos corneados
Dos hospitales, el de Navarra y el de Virgen del Camino, amanecen con todo preparado. Lo mismo ocurre en la plaza, donde hay tres quirófanos. En los cuatro encierros de este año han sido 20 los corredores atendidos en esos centros. No más que otras veces. Ni menos. La fría estadística se mantiene estable. Hace un año, a estas alturas, habían sido dos los mozos corneados. Hoy son cuatro. En el 95 fueron tres. Y cinco en el 94. Y tres en el 93."Parece un milagro que es s cifras no se disparen", opina José Miguel Arraiz, el decano de los pastores. "Porque cada vez corre más gente. Y, lo que es peor, cada vez hay más patas, que no saben o no quieren saber que por hacer el imbécil están poniendo en peligro cientos de vidas".
Curiosamente, la opinión generalizada entre los médicos es que el crecimiento del número de corredores en San Fermín no aumenta el riesgo de cornadas. Al contrario. Las disminuye. Según ellos, la masiva presencia de mozos sólo provoca más contusiones. La explicación que aducen es que la manada se ve obligada a correr por un pasillo tan estrecho que apenas encuentra tiempo para entretenerse, para derrotar, para cornear.
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