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Tribuna:TRAVESÍAS: ANTONIO MUÑOZ MOLINA
Tribuna
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La cizaña

Antonio Muñoz Molina

En un rapto de ese sarcasmo desalentado y noventayochista que cultiva tan admirablemente en su conversación y su escritura, Eduardo Haro-Tecglen ha observado que el paisaje de Marte a lo que se parece de verdad es a los secanos horizontales de España. Una impresión semejante ha debido de obtener el gran Derek Walcott, quien dice que desde el avión el paisaje español le recuerda al cubismo de Picasso y de Braque. Sin duda, la sensación de desnudez mineral y geografía abstracta es inevitable cuando se sobrevuela la Península, cuando se llega o se, vuelve a ella desde países de vegetación más generosa. Viajar a países extranjeros sirve, sobre todo, para aprender cosas sobre uno mismo y sobre el propio país. Después de una ausencia de varios meses viendo amanecer sobre la Península desde la ventanilla de un avión que había tardado toda una larga noche en cruzar el Atlántico, yo tuve una de las sensaciones más fuertes de descubrimiento de todo el viaje: los colores lisos de una tierra sin bosques, extensiones ocres, rojizas, de arcilla clara con veladuras de violeta y de malva, las líneas quebradas que subdividían el paisaje con una mezcla de rigor y de arbitrariedad, como en una fantasía constructivista de Joaquín Torres-García. La primera claridad del día afirmaba un paisaje de punta seca, sin inexactitudes ni brumas, pero también le otorgaba una delicadeza esfumada de' hoja seca con nervaduras de caminos y ríos.Hay días de noventayochismo lúgubre en los que uno examina. al levantarse las latitudes pedregosas de la actualidad y empieza a sospechar que en estas tierras tan ásperas la planta que mejor arraiga y prospera es la cizaña, la mala hierba de.la insinuación y la calumnia, el arte de tirar la piedra y esconder la mano y mirar luego sonriendo hacia otro lado.La siembra de cizaña es una pasión y una habilidad paradójica en un país tan arboricida. La cizaña es como una sola gota de veneno o de mala baba que, sin embargo, puede infectarlo todo, una vida, una ciudad, un país entero. En un poema de Auden que se titula Gare du Midi, un desconocido. llega en tren y sale de la estación bajo la nieve, con la mirada perdida, sujetando una pequeña maleta: su sola aparición va a infectar una ciudad, dice Auden, "cuyo terrible futuro tal vez acaba de llegar".

Lo más peligroso de la cizaña es el poco esfuerzo que requiere y la nula responsabilidad que acepta quien la siembra. Entre nosotros hay verdaderos profesionales de ella, individuos que llevan años sembrando insinuaciones y que han levantado fortunas administrando la mentira, contaminando con dosis mínimas y letales de sospecha, de duda o de maledicencia la vida pública española y el honor de muchas personas decentes. Entre nosotros, tirar la piedra y esconder la mano pasa a veces por valentía o audacia, en gran parte porque todos tendemos a ser muy desmemoriados, y quien miente sabe que nadie guardará un recuerdo detallado de su mentira cuando se haya demostrado que no había ningún fundamento en lo que dijo o escribió. Por otra parte, como la insinuación no necesita ser clara para hacer más daño, cuando se le piden cuentas de ella a quien la ha murmurado, éste siempre tiene la oportunidad de encogerse de hombros y de asegurar, con cara de inocencia y hasta de agravio, que en realidad él no dijo lo que dijeron que dijo, que todo ha sido un equívoco, una tergiversación de la que, otros son culpables: en ese instante, con un golpe maestro, el calumniador se convierte en víctima, y resulta ser el acusador cuando parecía el acusado.La semana pasada recibimos casi todos una de las pocas alegrías civiles que nos han sido dadas a conocer en los últimos tiempos: que José Antonio Ortega Lara recobrase la libertad, y que su liberación hubiera sido el resultado del trabajo de la Guardia Civil y no de una capitulación ante los terroristas. Fueron hechos que nos dieron a casi todos un estado de ánimo que Vicente Verdú se atrevió gozosamente a llamar de felicidad. No estoy muy de acuerdo con él, en parte por culpa de un aforismo de J. D. Salinger según el cual la diferencia entre la alegría y la felicidad es que la alegría es un líquido y la felicidad es un sólido. La alegría por la libertad de ese inocente torturado durante un año y medio se nos escapaba entre los dedos al ver su cara espectral de regresado de una tumba: la posible" la sólida felicidad civil por el triunfo, tan raro, de los justos sobre los canallas, se ocupó de infectarla con perfecta maestría, con unas pocas palabras, un sujeto que goza de la_protección jurídica y de la libertad que el estado democrático garantiza incluso a sus peores enemigos y a sus beneficiarios más desleales.

Una de las especialidades más suciasde la insinuación y la cizaña es enturbiar la diferencia entre los inocentes y los culpables" entre los corruptos y los honrados. Para proteger a unos cuantos escualos de la corrupción financiera y política que merecen pasar muchos años en la cárcel, hay periódicos venales cuya principal tarea es sembrar la cantidad de veneno necesaria para que en el río revuelto ya nadie esté seguro de distinguir a las personas honradas de los tahúres. "Algo habrá hecho" ' murmura la cizaña en todas las dictaduras cuando alguien desaparece una noche y ya no lo ven más. Ahora, ese mismo jerifalte del nacionalismo vasco que hace unos meses quiso convertir en torturadores a unos policías y en víctima inocente a un terrorista que acababa de matar, insinúa, sugiere, dice veladamente que algo habría hecho Ortega Lara para que lo secuestrasen, que tal vez había algo secreto o inconfesable en su trabajo que motivó su tortura, y a continuación sonríe, se lava las manos, se extraña de que sus palabras hayan despertado tanta indignación, se declara agraviado, incomprendido, perseguido, víctima él también, y por tanto su pueblo entero, al que él y los suyos representan, no en la fracción que les corresponde según los mecanismos del voto democrático, sino en virtud de una especie de designación o encarnación divina. Este individuo comparte con alguno de sus correligionarios la creencia de que ciertas peculiaridades de su cráneo y de su grupo sanguíneo lo salvan del oprobio de ser español. Es raro que, no siéndolo, cultive con tal maestría un arte tan español como el de la cizaña.

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