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De la mujer-insecto a la mujer-yeti

París presenta la alta costura del próximo otoño-invierno

Alexander McQueen, el hooligan escocés que el poderoso grupo de objetos de lujo LVMH ha puesto al frente de la firma Givenchy, es el diseñador que de momento más ha sorprendido en las pasarelas de París a la hora de presentar las colecciones de alta costura de la temporada otoño-invierno 1997-1998. La mujer-yeti, una tigresa, una hembra-cocodrilo o, simplemente, un montón de chicas felinas -de larguísimas uñas afiladas y con lentes de contacto amarillos para parecer panteras en la noche -han desfilado entre los gigantescos cortinajes de terciopelo de la Escuela de Medicina de la capital francesa.Sólo hace seis meses los aplausos fueron, sobre todo, para Thierry Mugler y sus mujeres-insecto y para John Galliano y su reinterpretación al frente de la casa Dior de la historia de la moda. Parece que ahora McQueen (con su cabeza rapada y sus zapatillas deportivas) intenta tomarse la revancha. Pero si el lunes logró sorprender con sus mujeres-yeti, ayer su compatriota John Galliano se ganó otra gran ovación con su homenaje a la elegancia de la Belle Epoque. Los fantasmas de Sara Bernhardt e Isadora Duncan flotaron por su exquisita colección. La reacción del público ante los trabajos de Queen y Galliano demostró que París está más que nunca a los pies de Londres.

El italiano Gianni Versace invitó a sus clientes ilustres (Demi Moore, Bruce Willis, Leonardo di Caprio y Rupert Everett ... ) para presentarles sus amazonas subidas a gigantescos coturnos que desfilan moviendo las piernas como compases.

Escotes asimétricos, gran utilización de tejidos como el strech escotes profundos en la espalda y cortes inacabables desvelando el muslo. Las chicas Versace son más guerreras que sus anteriores muñecas de discoteca.

Para algunos, como Nina Ricci, es el momento de la austeridad. Este clásico de la mujer en transatlántico se ha limitado a mostrar 48 creaciones en vez del mínimo de 50 exigido por la Chambre Syndicale.Hace dos años las revistas de moda de EE UU predijeron la muerte de la alta costura parisina, pero en dos años el número de periodistas que cubre la presentación de la apoteósis semestral del narcisismo ha aumentado en un 15%. Más de mil reporteros se desplazan hasta la capital francesa para asistir, se supone, a la muerte en directo del invento.

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