Italia desplegará al Ejército en Nápoles para contener a la Camorra
El Ejército italiano se ocupa cada vez más de la lucha contra la delincuencia organizada. Desde hace cinco años, soldados en traje de campaña dotados de chalecos antibalas y de potentes metralletas patrullan las calles de Sicilia y defienden sedes oficiales de eventuales ataques de la Mafia. Ahora la medida se extiende a Nápoles, después de una serie de sangrientos atentados de la Camorra y de pequeños delincuentes, que han causado 85 víctimas en los últimos seis años.
El nivel de barbarie alcanzó su cénit el pasado sábado, cuando un grupo de asesinos irrumpió disparando en Carditello, localidad de unos 10.000 habitantes situada a las puertas de Nápoles. La calle estaba abarrotada de niños, porque se celebraba una fiesta. Y así resultaron heridas cinco personas, además de Tommaso Dolciame, de 35 años, vendedor ambulante con antecedentes penales, que era el único objetivo del comando y quedó muerto sobre la acera.El incidente no puede ser considerado excepcional en una zona azotada por una delincuencia que, debido a su carácter violento y anárquico, recuerda más a la colombiana que a la de Sicilia. El poder de la Camorra se divide entre decenas de clanes en situación de guerra continua.
El pasado 11 de junio, Silvia Ruotolo murió fortuitamente en presencia de su hijo, cuando le acompañaba a casa, como consecuencia de alguno de los 30 disparos realizados en una zona teóricamente tranquila de Nápoles por otro comando asesino empeñado en un ajuste de cuentas. A las peleas entre camorristas hay que añadir la plata de una pequeña delincuencia salvaje e incontrolada.
En el contexto de esos y otros atentados similares, el ministro del Interior, Giorgio Napolitano, de Nápoles y habitualmente elegido diputado en dicha ciudad, anunció el domingo que el Gobierno definirá "durante la presente semana, las modalidades de un empleo limitado y orientado de fuerzas militares" en la capital y su provincia.
El recurso al Ejército para este tipo de intervenciones es antiguo, ya que data de los días del secuestro de Aldo Moro, en 1978, y ha sido continuado, desde 1992, en Sicilia y, ocasionalmente, en Cerdeña, donde abundan los secuestros de personas. El objetivo de estas intervenciones militares es siempre liberar a la policía de las tareas de orden público, para que pueda concentrarse en las misiones de investigación.
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