Pérez Sánchez critica la "hipertrofia de lo local" en el arte español de hoy
El curso La obra de arte entre la historia y la estética, que se inició ayer en El Escorial, planteó la distinción de obras realizadas con pretensiones utilitarias (propaganda política o religiosa) y que, gracias a la genialidad de ciertos artistas, han alcanzado un carácter universal. En el curso, dirigido por Manuela Mena, el profesor Alfonso Pérez Sánchez criticó ayer "la hipertrofia de lo local" en el arte español actual. "Es ridículo y grotesco que las universidades dediquen programas al arte valenciano, extremeño o andaluz. Eso nos empobrece y nos hace perder el sentido de lo que entendemos como arte,, subordinándolo a términos reducidos y menudos".En el debate titulado Arte, historia y política, Pérez Sánchez se confesó un "romántico universalista", al defender ese carácter en las obras de arte frente a "los ecos de las grandes voces" que llegan de mano de los artistas menores. "En España hoy se da mucha importancia a los ecos", dijo. "Las autonomías, por ejemplo, se gastan millones todos los años en libracos de artistas insignificantes". La crítica de arte actual tampoco satisface a este experto en arte del siglo XVII. "El lenguaje de los críticos es críptico y sólo ayuda a la confusión. Hemos perdido los elementos que facilitaban la comprensión del arte", dijo.
El curso La obra de arte entre la historia y la estética propondrá a lo largo de esta semana interpretaciones de esa relación, analizando la obra de artistas como Velázquez, Goya, Tiziano, Rafael, David, Manet y Picasso.
Manuela Mena, jefa del departamento de pintura española del siglo XVIII y de Goya en el Museo del Prado, hizo una novedosa interpretación de Las meninas, de Velázquez. Para Mena, el cuadro fue repintado y transformado con un planteamiento que dejó de tener la utilidad política para la que estaba destinado inicialmente. Felipe IV, sin sucesor en 1656, tarda en decidir si deberá hacer jurar a una de las infantas, Margarita, ya adolescente, o María Teresa. El cuadro de Velázquez refleja esa, duda y la preferencia que recaerá en la más joven para la continuación de la dinastía. El nacimiento de¡ infante Felipe Próspero en 1657 altera la situación y el cuadro deja de tener valor. En las radiografías del lienzo se ve que en la versión original no aparece el autorretrato del pintor ni el gran lienzo que éste pinta. En su lugar, hay un joven paje o caballero que lleva algo en las manos. Los otros personajes están básicamente iguales, salvo pequeñas alteraciones que hacen pensar que se desarrollaba en esa escena el preciso ritual de beber agua. El acontecimiento que hace a Velázquez retomar esta pintura es su nombramiento como caballero de la Orden de Santiago, que sólo podía asumir un año más tarde. Velázquez, temiendo su muerte, se pinta entonces, con permiso del rey, con el hábito de la orden en actitud de pintar un gran cuadro de la escena doméstica de las infantas.
El director del gran museo del dibujo, el Albertinas de Viena, Konrad Oberhuber, escogió a Nicholas Poussin, otro artista del XVII, para su interpretación.
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