Apoteosis del cuerpo
La infantilización en que había caído Batman en la década de los sesenta fue violentada, y para bien, en los ochenta por un puñado de ilustradores famosos, al frente de los cuales estaban Bob Kane y Frank Miller, quienes fueron capaces de darle la vuelta al héroe. Los tiempos no estaban para seres fuera de lo común; de ahí que a nadie extrañó que Batman, humano, demasiado humano, se moviera ahora mucho más por la venganza personal que por un abstracto y altruista sentido de la justicia.Un héroe escindido, pues,, fue el que Tim Burton llevó a las pantallas en su primera neoentrega de las aventuras del Murciélago, en aquel Batman modélico interpretado por un actor con poco carisma, que vagaba solo por una ciudad corroída por el crimen. Tres entregas más tarde, y tras la nueva infausta infantifización a que John Schlesinger sometió a nuestro hombre, vuelve Batman, y lo hace con los peores auspicios. Podríamos liquidar limpiamente el filme diciendo que es la apoteosis del efecto especial al servicio de una historia no ya banal, sino increíblemente estúpida, con unos actores que demuestran por enésima vez que adaptar un cómic en la pantalla es simplemente excederse en sus cometidos -Clooney, nuevo protagonista, es el que está mejor, con todo-, que el Dolby Stereo termina devorando cualquier sentido, que la forma en que el guión enlaza las peripecias de los protagonistas debería ser enseñado en las escuelas como ejemplo de lo que no debe hacerse con un argumento, y listos.
Batman / Robin
Dirección: Joel Schumacher. Guión:Akiva Goldsman. Fotografia: Stephen Goldblatt. Música: Elliot Goldenthal. Producción: Peter MacGregor-Scott, EE UU, 1997. Intérpretes: Amold Schwarzenegger, George Clooney, Chris O'Donnell, Uma Thurman, Alice Silverstone, Elle Macpherson. Estreno en Madrid: Juan de Austria, Acteón, Amaya, Cid Campeador, Avenida, Novedades, Cartago, Aluche, Canciller, Colombia, Luchana, Excelsior, Florida, Cristal, Liceo y Vaguada.
Pero es que Batman / Robin es, desafortunadamente, algo mucho peor. Por una parte, un discurso fuertemente ideologizado, y no ciertamente en un sentido progresista: desde el primer plano en que aparece la malvada Poison lvy, que da a Thurman la ocasión de exhibir el cuerpo, sabemos que la causa ecologista será defendida en el filme por un personaje desequilibrado.
Por si fuera poco, y para paliar la incorrección política de tal personaje, se le hace que intente ligarse a los hombres exclusivamente por su físico, que siembre cizaña entre los dos homosexuales en potencia que son Batman y Robin, y que Silverstone, chica turbulenta pero buena, la ponga a puñetazos en. su lugar diciéndole: "Nena, haces un flaco favor a las mujeres comportándote así", mientras Schumacher hace una exhibición pormenorizada de pectorales, trasero y bajos de Silverstone / Batgirl, ocasional ayudante de los héroes.
La ideologización de la película corre pareja con una estética infaustamente autoritaria, una verdadera apoteosis del físico, la musculatura y la copia casi fotográfica de la realidad en forma de estatuas ciclópeas. La cámara de Schumacher se desliza por estas hercúleas superficies con avidez digna de Albert Speer. Vulgarmente reaccionaria, estruendosamente ruidosa, convencionalmente aburrida, la cuarta entrega sólo sirve para hacer aún mejores las dos de Burton.
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