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46º FESTIVAL DE GRANADA

Recuerdo de Halffter y triunfo de Frederica von Stade

Granada, sus barrios y lugares históricos, sus plazas, palacios y corrales, sus modernos centros y sus entornos alhambristas, se llena de. festival y, con él, de vida. Hubo día en el que se celebraron 14 manifestaciones pues se supone y demuestra el número y la pluralídad de los públicos. La idea central de este año, el, festival como una serie de "puntos de encuentro", funciona en todos los aspectos: programas, autores, intérpretes, épocas y estilos. Quizá ignore el director Alfredo Aracil que cuando nació el festival en 1952 por el "encuentro" de una, serie de impulsos el que fue su gran -motor decisivo desde la dirección general de Bellas Artes, Antonio Gallego y Burin, me dijo en una entrevista radiofónica algo así: "Quisiera que el festival fuera, como la misma Granada, un gran punto de encuentros, un cruce de culturas".En la jornada del miércoles, Ernesto Halffter tuvo atención, como en días anteriores, en el teatrillo entrañable e histórico del Alhambra Palace, en donde la joven soprano Marta de Castro (Vigo, 1975) y el profesor Rogelio Rodríguez Gavilanes, de la Escuela Superior de Canto de Madrid, desgranaron algunos de los verdaderos "tiempos" del compositor: el Madrid de la generación del 27 y la Residencia, el París de Ravel, los versos de Apollinaire y Cools, el Portugal popular y cultivado, la evocación cubana, el homenaje a los amigos y maestro -Turina, Viñes-, el mito cervantino de Dulcinea visto por el lusitano Carlos Selvagem. Hasta alguna parcela cinematográfica, como el chotis sobre texto de Torcuato Luca de Tena, completó la visión global y la exposición del preciosismo detallado y la felicidad cruzada de melancolía del inolvidable Ernesto Halffter. Cada tarde se llena el saloncillo de la Alhambra para aplaudir la lírica del discípulo de Falla en la voz fresca y bella de Marta de Castro y el pianismo riguroso de Gavilanes.

Una gran cantante

Por la noche, en el patio de Carlos V, hubo fiesta grande con el arte mágico, la expresividad afectiva, la inteligencia, la poética y la dramaturgia de Federica la Grande. Ya saben: se trata del noble señorío lírico y personal de Frederica von Stade. Su programa, en colaboración con la Sinfónica de RTVE dirigida por José Collado, encantó y entusiasmó a todos. El lenguaje de la. música, su acentuación, puntuación y significado van siempre más lejos de la labor de una diva; son realmente muy hondas lecciones de música.Abordó la Stade un conjunto de arias escritas para personajes masculinos - encarnados por voces femeninas: Händel, Mozart, Thomas, Gounod y Rossini en sus figuras de Xerxes, Ariodante, Cherubino, Sesto (Títus), Frederique (Mignon), Stefano (Romeo y Julieta) y Tancredi.

Desde la voz transparente y emotiva, la entonación perfecta y el bellísimo fraseo hasta el más leve ademán, Frederica creó y mantuvo con su gesto suave un clima de hechizo. Si alguno de los asistentes no era ya stadeadicto lo es desde hace unas horas. No puede cantarse mejor, ni cabe infundir en el canto el complejo y apasionante mundo de la ópera como lo hace esta maravillosa intérprete capaz de convertir en natural el largo trabajo, refimado instinto y superior talento.

Por ella y por la idea que animó la variada selección, el programa de Stade cobró un raro sentido de unidad que apoyó, en su ejemplar nota de programa, José Luis Rubio. En las oberturas que suelen entreverarse con el canto en este género de actuaciones, José Collado y la Sinfónica de RTVE pusieron la mejor voluntad de colaboración. En resumen, una noche para la gran antología del festival.

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