El funcionario se resistió y mantuvo un forcejeo con sus secuestradores

José Antonio Ortega Lara se resistió a sus secuestradores y mantuvo con ellos un forcejeo cuando éstos le, abordaron a punta de pistola el 17 de enero de 1996 en Burgos, según ha relatado ahora.Se resistió en tres ocasiones. La primera pudo ser un acto reflejo, pero en las dos siguientes sabía al peligro al que se enfrentaba, según informó ayer la cadena SER. Cuando uno de los terroristas le colocó una pistola en el estómago, el funcionario de prisiones le apartó de un empujón. El etarra lo intentó de nuevo colocándole el arma en la sien, pero un codazo de Ortega le obligó a retirar el brazo. Por tercera vez, el secuestrador le pegó el arma al cráneo y Ortega comprendió que debía rendirse si no quería morir allí mismo.

Un jefe de la Guardia Civil de Intxaurrondo que intervino en la liberación del funcionario reconoció ayer que le sorprendió la lucidez mental, la inteligencia y la fortaleza física" del secuestrado, pese a haber pasado más de quinientos días encerrado y aislado totalmente del mundo exterior.

Para evitar el frío y la humedad que se le metía hasta los huesos, Ortega ideó un sistema para abrigarse y protegerse -se forró el cuerpo con bolsas de plástico que colocó bajo sus ropas- recurriendo a un viejo y artesano método de los hombres del campo de Castilla.

El éxito de la operación ha desencadenado que cientos de personas se hayan dirigido al Ministerio del Interior y a la Dirección General de la Guardia Civil a través del fax, el correo o el teléfono para expresar su felicitación. "Llevamos dos días con la centralita colapsada. Esto es impresionante", aseguraba anoche un oficial del cuartel donostiarra de Intxaurrondo. Éste reconoció que "esto compensa con creces" las horas de trabajo. "Esto hace olvidar la decepción que sufrimos cuando llevábamos dos horas en la nave de Mondragón y no encontrábamos el agujero donde estaba Ortega", añadió.