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Antonio Skármeta recrea lúdicamente el mito de Lolita

El escritor chileno Antonio Skármeta (Antofagasta, 1940) disfruta y agradece la resaca del éxito de El cartero y Pablo Neruda. Publicó el libro en 1985, tuvo excelentes críticas, fue traducido a más de 15 idiomas, prácticamente tuvo una reedición cada año, pero no pasó nada. Bastante tiempo después, la novela fue llevada al cine. "En 1996 se vendió cinco veces más que los 10 años anteriores". A Skármeta no le molesta llegar a los lectores a través de la pantalla grande. Ha experimentado todos los géneros, teatro, cine, guiones... y el que prefiere es la novela. "Permite muchas más posibilidades".Lo mejor del éxito del libro y de la película sobre Neruda es que ha provocado la edición y reedición de muchos de sus textos anteriores y posteriores. Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores ha recuperado La velocidad del amor. Hans Meinke, director del Círculo de Lectores, la presentó ayer en Madrid. "Esta novela cautivará a los lectores". Y probablemente tiene razón. Se lee en un santiamén y trata de un tema tan eterno como actual: la pasión de un cincuentón por una adolescente de apenas 15 años. El escritor recrea el mito de Lolita desde un punto de vista lúdico, irónico y descreído. Raymond Papst, un médico norteamericano, se casa (admite que es un braguetazo) con una atractiva alemana y se convierte así en presunto heredero consorte de su suegro, el barón Von Bamberg, que le regala una impresionante mansión en Berlín y le pone un consultorio de lujo. Pasan los años, tiene una abundante clientela de obesos e hipocondriacos, engorda y se aburre. Descubre el tenis para ponerse en forma y ahí encontró su perdición. En las pistas conoce a Sophie, una niña-mujer, futura tenista de éxito, que le saca del muermo y lo lleva a la locura. Es una historia desmitificadora en la que Skármeta plantea varios temas. "No hay tradición literaria con final feliz para los amores entre adultos y jóvenes. Desde Nabokov a Benedetti. Mucho más angustioso es si ocurre en el mundo homosexual. Sólo un ejemplo, Muerte en Venecia"."¿Cómo todos estos tíos se las arreglaron para sucumbir?". "Probablemente", se contesta a sí mismo, "porque, quisieron recuperar la pasión adolescente, los paraísos perdidos". Y claro, la historia acaba fatal. El doctor Papst va a parar a la cárcel por intento de homicidio.

Confusión

Skármeta ve la historia desde el punto de vista de la confusión del protagonista. Se nota que de todos los personajes de la novela es su preferido. "Rescato su insensatez, porque Papst podría haber optado por vivir una aventura, pero en cambio intentó conseguir algo que iluminara su vida y esto fue lo que le destruyó".La novela, narrada en primera persona por el entrañable médico, retrata al protagonista "con ironía, burla y risas. Un hombre que se observa a sí mismo para controlar sus impulsos a través del relato". "Hay una gran desproporción entre lo que le cuesta realizar las acciones y los resultados que obtiene".Más malparada sale Sophie, la niña triunfadora en el tenis , a la que Skármeta describe con gran dureza. "Representa la arrogancia de la juventud y el éxito".Ahí el escritor ofrece otro enfoque muy interesante: "Las relaciones absolutamente reales que se producen entre unos personajes de vidas opacas y el consuelo y alegría que encuentran a través de sus ídolos. Delegamos lo que no somos en los ídolos, para vivir a través de ellos historias que jamás se producirán".

Skármeta acaba de recibir un premio en España por su programa en la televisión chilena El show de los libros. Se sorprende de la poca repercusión que ha tenido en la prensa española. Dicen que este espacio es un pivot a la latinoamericana. Nada que ver con los programas de busto y mesa camilla que ofrecen en general las cadenas españolas. "Es un espectáculo para televisión, con el que lucho contra el zapping, la gran herramienta de la dispersión. Trato únicamente de despertar la curiosidad del espectador por la literatura a través de la televisión.

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