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Un farero vasco se recicla en Kinshasa

Jorge Uriarte es el artífice de Radio Wpjtyla, la mejor red de comunicaciones de Congo-Zaire

Alfonso Armada

Nadie sabe a ciencia cierta quién bautizó como Radio Wojtyla a la red de emisoras que cubre de Este a Oeste y de Norte a Sur el inmenso territorio de la República Democrática de Congo (el antiguo Zaire). El padre de la criatura es Jorge Uriarte, un farero vasco nacido en Bermeo hace 43 años trasmutado en oficial de comunicaciones de la Embajada de España en Kinshasa, la capital congoleña. Uriarte no es cura aunque lo parece, pero admite con humor que el nombre le viene al pelo ya que la red de emisoras, "más completa que la del propio Ejército congoleño", mantiene en permanente contacto a más de 500 religiosos y religiosas españoles dispersos por todo el Congo (un país con una superficie en la que cabría casi cinco veces el mapa de España). La red representó una ayuda inestimable cuando se desencadenó en la región de Kivu, en octubre pasado, la rebelión encabezada por Laurent Kabila y que le llevó siete meses después, "y para sorpresa de todos", admite Uriarte, a las puertas de Kinshasa y a derrocar el incombusti ble régimen de Mobutu Sese Seko después de más de 30 años de dictadura. En su segunda misión africana, ya que antes trabajó para la flota atunera vasca desde Dakar (Senegal), en febrero de 1995 desembarcó en la misión diplomática en Kinshasa, una de las ciudades más duras del mundo, para encargarse de las comunicaciones. Después de haber sido el alma de faros como el de Lekeitio o Machichaco, "se acabó lo de los faros", porque así lo decretaron las autoridades. "Los faros funcionan solos y los buques tienen cada vez menos necesidad de ellos", dice con nostalgia este farero que ha instalado sus antenas no muy lejos del caudal del río Congo, pero a miles de kilómetros de su mujer y sus dos hijos, anclados en La Galea, Vizcaya.La última guerra africana, desatada en Congo-Brazzaville, ha vuelto a poner su radio en alerta. "Es duro estar lejos; de mi familia, pero me gusta el trabajo que hacemos aquí". A Uríarte, un experto en transmisiones, que confiesa "ilusión y esperanzas" ante el nuevo poder recién instalado en Kinshasa, se le ocurrió que la mejor manera de conocer de inmediato la situación de los misioneros y misioneras españoles en un país atribulado por los conflictos era crear una red de emisoras. El 90% de los usuarios de la red son religiosos, pero también la frecuentan organizaciones no gubernamentales. "Es una red de tipo pirámide, con conexión directa con 50 emisoras, que a su vez conectan con otras emisoras de menor potencia, hasta formar un total de unos 150 puntos".

A Uriarte, que alaba especialmente el apoyo y el entusiasmo con que fue recibida su propuesta por el embajador, José Antonio Bordallo, y el primer secretario, Carlos Abella, no le gusta echarse flores, pero admite que en los peores momentos de la crisis "vinieron a la Embajada ingleses, suizos, italianos y hasta alemanes pidiendo información acerca de su gente en el interior del país, y enseguida los localizábamos". Con unos 3.000 kilowatios de potencia y emisión en onda corta, la red se estableció con emisoras que tenían los propios misioneros, y con otras que han ido financiando el Ministerio de Asuntos Exteriores, organizaciones no gubernamentales

(como Radioaficionados sin Fronteras), las propias comunidades religiosas y familiares de los misioneros.

Los religiosos hablan con verdadero afecto de "la fonía", como la llaman, casi un pequeflo altar dentro de la casa. "En momentos difíciles da mucha tranquilidad y confianza", dice este farero lejos de su mar vasco, que tiene cartas cuajadas de firmas de toas las comunidades de religiosos "orgullosos de una Embajada como la -nuestra". Una Embajada que se ha dejado la piel para evitar que la mafia de Mobutu "robara un solo grano de arroz" de los aviones con ayuda humanitaria.

Los contactos continuos con los misioneros han hecho conocer a Uriarte Ias terribles carencias de este país". Esa realidad que vive de cerca le llevó a impulsar la creación de la Unión de Misioneros en Zaire (que pronto deberá cambiar de nombre, con cuenta en la Caja Postal Argentaria de Algorta -94-460 61 44-, Vizcaya), para recaudar fondos y medicinas para tratar de paliar los mil males que se abaten sobre el corazón de Africa.

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