Golpe de Estado en la sombra
"En la política de Turquía es imposible hacer predicciones sobre lo que ocurrirá en la próxíma horas". Esta máxima, atribuida al presidente Suleimán Demirel por un corresponsal en Ankara, parece de obligada observancia tras la dimisión del islamista Necmettin Erbakan, y precisamente cuando Demirel se presenta como el personaje clave para hallar una salida a la crisis de Gobierno. Lo único que parece evidente es que la cúpula de las Fuerzas Armadas ha forzado la renuncia del primer jefe de Gobierno islamista de la historia de la moderna Turquía, fundada hace 74 años por Mustafá Kernal, Atatürk, entre las cenizas del Imperio Otomano."Erbakan se va hoy, pero ¿vendrá [Tansu] Çiller?". Con este inquietante titular encabezaba ayer su columna editorial llnur Cevik, director del Turkish Dady News, referencia obligada de los observadores diplomáticos en Ankara. El diario turco en lengua inglesa alerta así ante la posibilidad de que un amplio sector de los diputados del Partido de la Recta Vía se niegue a reeditar la coalición con los islamistas del Partido del Bienestar y vuelva su mirada hacia la otra gran formación de la derecha turca: el Partido de la Madre Patria, de Mesut Yilmaz, con quien existió una alianza tras las elecciones de 1995, en un vano intento de frenar la llegada al poder de Erbakan. La decisión está en manos del presidente Demirel.
Ciller parece ser hoy el problema de Turquía. "Rompió hace un año su pacto con Yilmaz porque éste dio luz verde a las comisiones parlamentarias que investigaban varios casos de corrupción durante su Gobierno (1993-1995). Fuera del poder, la dirigente conservadora es consciente de que no tardaría en ser despedazada por sus enemigos. Y su crédito político está en números rojos. Prometió a los sectores laicos de la población -y a los embajadores occidentales- que ella sería el dique que iba a parar la marea islamista, aunque para salvarse no dudó en acordar una coalición con Erbakan.
Pero las consecuencias del primer golpe de Estado en la sombra que han dado los militares de la moderna Turquía siguen siendo, de momento, impredecibles. Sin sacar los carros de combate a las calles -como ocurrió en 1960, 1971 y 1980- el Ejército turco ha forzado la dimisión de Erbakan, y tal vez -se sabrá en los próximos días- la expulsión de los islamistas del Gobierno.
¿Acabará la incertidumbre turca? Como dice llnur Cevik, al menos "ahora se verá lo que va a pasar mañana". No es posible aún ir más allá en Turquía.
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