IRA contra la paz
AL ASESINAR a dos policías norirlandeses en la ciudad norirlandesa de Lurga, de mayoría protestante, el Ejército Republicano Irlandés (IRA) ha dinamitado las nuevas oportunidades del proceso de paz. Los terroristas no podían haber enviado mensaje más cruel y más claro al recién estrenado Gobierno de Tony Blair, que, a diferencia del precedente de Major, contaba con gran capacidad de maniobra al no tener que depender para su supervivencia de escaños unionistas en el Parlamento de Londres. Blair había, dado pruebas de generosidad: sin exigir una tregua previa del IRA, había permitído conversaciones exploratorias entre funcionarios de su Gobierno y representantes del Sínn Fein, el brazo político de los terroristas.El IRA ha diseñado cuidadosamente este atentado: ha asesinado a dos policías en el Ulster -lo que no había hecho desde 1993-; ha contestado con las armas a la rama de olivo que le tendió Blair; y ha generado en Irlanda del Norte un clima de inseguridad y tensión en vísperas de las marchas veraniegas de los protestantes norirlandeses, cuando la tregua que mantienen los terroristas protestantes está en duda. El IRA parece, además, haber atacado justo cuando su brazo político había obtenido un impulso en las elecciones británicas e irlandesas. El IRA ha venido, así, a recordar quién manda y quién decide en el campo republicano: el que empuña la pistola. ¿Para qué? Ante todo, para perpetuarse. Martin McGuínness, principal negociador por parte del Sinn Fein, consideró ayer que el atentado ha generado "una situación muy peligrosa", aunque no llegó a condenar lo que calificó simplemente de "tragedia humana".
El proceso de paz tenía una nueva oportunidad. El Gobierno británico había hablado incluso de la posibilidad de someter a referéndum en la primavera de 1998 los eventuales acuerdos para dar una solución constitucional al problema norirlandés. Ante el atentado, Blair -que obtuvo la condena unánime a los terroristas del Consejo Europeo de Amsterdam- no ha tenido otra opción que la de interrumpir las últimas conversaciones en curso con el Sinn Fein. Antes de poder reanudarlas, esta vez el IRA tendrá que poner por delante una tregua, e incluso algo más, para demostrar fehacientemente su voluntad de llegar a un acuerdo. Entretanto, los partidos norirlandeses -incluidos los moderados católicos, también duramente castigados por el IRA con este atentado-, Londres y el nuevo Gobierno que se forme en Dublín han de seguir explorando posibles vías de solución para este castigado territorio.
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