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Ópera contra el islamismo en Turquía

El festival de Aspendos se erige en símbolo de la democracia laica

La apertura del Festival de ópera y Danza de Aspendos, con Carmen, se convirtió el sábado en un multitudinario acto de reafirmación laica frente a la amenaza del islamismo en Turquía y de reivindicación de la cultura occidental como instrumento de lucha contra la intolerancia religiosa. Cerca de 15.000 personas abarrotaron el magnífico teatro romano de Aspendos, construido bajo Marco Aurelio, el mayor de Asia Menor.

El público acudió al teatro mejor conservado de la cuenca medite rránea para presenciar la obra de Bizet, pero ante todo expresar su defensa del festival y la música occidental en general, que el actual Gobierno de mayoría isla mista quiere estrangular económicamente y condenar al olvido.La IV edición del festival de Aspendos estuvo a punto de no celebrarse al negarle ayuda el ministro de Cultura, Ismail Kahraman, del partido islamista. Los organizadores lograron, sin embargo, movilizar a un gran número de patrocinadores en la empresa privada y garantizar la supervivencia del festival que hasta el 27 de junio pondrá en es cena cuatro óperas y tres obras de ballet en el impresionante marco del gran teatro romano de esta ciudad milenaria.

Con su proverbial instinto político y con el claro propósto de ser visto no sólo como representante del Estado republicano, sino también de los sectores más occidentalistas de Turquía, acudió a la inauguración del festival el presidente de la república, Su leimán Demiral. Fue recibido con grandes aplausos y un coro atronador que sentenciaba que "Turquía es laica y lo siempre lo será".

Ante aquella acogida, Demirel pronunció un breve discurso improvisado desde su sitio entre el público en el que señaló que las milenarias piedras de Aspen dos y la ópera que iba a represen tarse son símbolos de la civiliza ción y la cultura a las que Turquía tiene vocación irrenunciable de pertenecer.

Hostilidad

La presencia de Demirel en estos actos, vistos con manifiesta hostilidad por el partido islamista que dirige el primer ministro Necrnettin Erbakan, es sólo una prueba más del vertiginoso pro ceso de polarización en Turquía entre laicos e islamistas. El ministro de Turismo, Bahattin Tücel, del Partido de la Recta Vía de la ministra de Asuntos Exteriores Tansu Çiller, que había acudido como representante del Gobierno dado el boicoteo del festival por parte del Ministerio de Cultura, sufrió las iras del público por el apoyo de su partido a la supervivencia del Gobierno de mayoría islamista. Ante los silbidos masivos del público, se guardó en el bolsillo de la chaqueta su discurso preparado e improvisó unas palabras de fidelidad a la república democrática y laica que fueron contestados por el público con gritos de "Eso lo debieras decir en el Consejo de Ministros".

Una Carmen miliciana

La ópera de Estambul que representó Carmen había decidido además dar otra señal al público con una escenificación que situaba la acción durante la guerra civil española, con una Carmen que se convierte en miliciana en el tercer acto y en la que era fácil sacar paralelismos entre las fuerzas del oscurantismo del franquismo y las que ahora preocupan y teme la sociedad civil turca. La directora de la ópera, Yekta Kara, máxima valedora del festival viajará con el jefe del Estado, Demirel, en su visita oficial a Madrid el 30 de junio, en una muestra más del presidente de apoyo a quienes sienten la hostilidad de la mayoría islamista en el Gobierno.Desde hace meses, conciertos de música clásica y otras expresiones culturales occidentales se han convertido en manifestaciones de adhesión de los sectores más militantes de la lucha contra el islamismo político.

El acto del sábado en el festival de teatro y danza de Aspendos marca un hito en esta tendencia. Existen entre los intelectuales turcos algunas voces que lamentan esta plena identificación de los demócratas con fenómenos culturales que por naturaleza, y en parte por ser en esencia elitistas, resultan ajenos a gran parte de la población turca.

En Aspendos, miles de jóvenes, profesionales liberales e intelectuales turcos, consideraban después que la representación de Carmen había sido una victoria contra "el fanatismo religioso que nos quiere hundir en la Edad Media".

Combate cultural

Orhan Pamuk, el máximo representante de las letras turcas contemporáneas con Yasar Kernal, manifestó a EL PMS su preocupación por esta utilización sistemática: de símbolos extranjerizantes por parte de los demócratas y laicos, ya que enajena aún más a los sectores más tradicionalistas y, por tanto, más susceptibles de integrarse en el islamismo militante. "Beethoven y Mozart están muy bien. Pero haciendo de ellos instrumentos de combate cultural, no hacen sino aumentar la lejanía que sienten ciertos sectores de la población hacia el actual Estado. Para ellos esa música es y será siempre algo ajeno".Orhan, que publicará próximamente en Alfaguara su Libro negro, una de las novelas supremas de la literatura turca actual, considera que es un error querer combatir primitivismos culturales con una política cultural exclusivamente extranjerizante.

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