Merengazo
Apreciado señor Lorenzo Sanz: Soy Cibeles. No preciso, pues, de más presentaciones. Me dirijo a usted, señor presidente, para negociar el sarao que montará en torno a mi estatua en unos días. Espero y ordeno que esta temporada el campeonato sea nuestro con toda pulcritud. De lo contrario, saco la navaja que escondo en la liga y soy capaz de perpetrar desatinos, caiga quien caiga. Se lo advierto, don Lorenzo. Ojalá que llueva café en el foro. Y en el Bernabéu, porque si cae achicoria, se tambalearán muchas cabezas. Tras esta precisión, pasemos al objeto del comunicado, resumido en cuatro puntos.
1. Como usted sabe, servidora tiene un brazo ortopédico por culpa de ciertos desaprensivos ligeros de cascos, que me lisiaron hace unos años en una bacanal triunfalista. En esta ocasión, estaré escoltada por gorilas dispuestos a partir piernas.
2. Señor Sanz, los seguidores del Madrid son merengues. Merengue, según el diccionario, tiene tres acepciones. a) "Dulce hecho con claras de huevo y azúcar". b) "Alfeñique, persona excesivamente delicada". c) "Ritmo caribeño, oriundo de la República Dominicana". De las tres acepciones, abomino de la segunda; me atrae la primera; y me provoca caracolillos en el alma la tercera. Que no me vengan con mandangas los ultrasur, sino con merengazo tropical.
3. No deseo que las celebraciones en mi honor impliquen el más mínimo menosprecio para el Atlético de Madrid, cuyo patrón es mi hijo Neptuno (en toda familia surge una oveja negra). Exijo que mis seguidores respeten el sueño de los rojiblancos, que también tienen derecho constitucional a dormir sobre sus laureles. Hasta que vuelvan a atrapar otro doblete, pasarán más de mil años, muchos más.
4. Señor Sanz, me gustaría que se hiciera una nueva versión de nuestro himno, porque huele a naftalina, la verdad. Y que no pululen por los vestuarios las vedettes. Don Lorenzo, la única reinona del Madrid soy servidora, Cibeles, procedente de Frigia, golfa y melancólica.
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