Gana el régimen
CUANDO UNAS elecciones arrojan un resultado tan acorde con el que quería el poder, no pueden dejar de levantar algún grado de sospecha. En las de Argelia ha ganado el régimen y el presidente Zerual sale reforzado, El RNI) -la Agrupación Nacional Democrática del presidente, montada hace apenas cuatro meses- ha obtenido 155 escaños. Unidos a los 64 del Frente Nacional. de Liberación (anterior partido único) aseguran una cómoda mayoría a favor del establishment, en una Asamblea Nacional Popular de 380 escaños. Ello es significativo, pero no determinante, ya que la de Argelia es una democracia vigilada, en la que el poder -que diseñó con anterioridad la nueva Constitución- no reside en esa Cámara baja.Los 69 escaños de los islamistas moderados de Hamás (rebautizados como Movimiento de la Sociedad por la Paz), sumados a los 34 de los integristas más duros de Ennhada, pretenden dar un barniz de legitimidad a las elecciones. Pero estos resultados serán insuficientes para hacer olvidar que el golpe de Estado de enero de 1992 arrebató la victoria a los islamistas del Frente Islámico de Salvación (FIS). Siempre cabrá el interrogante de qué porcentaje habría sacado el FIS si hubiera podido presentarse.
La pregunta quedará sin respuesta. Las cifras de participación, 65% (10 puntos menos que en la elección presidencial de 1995, que tantas esperanzas despertó), indican una resistencia a votar o incluso la existencia de intimidaciones para que una parte significativa de la sociedad argelina no acudiera a los colegios electorales. En Argel sólo ha votado un 43% de los censados. También hay otros claros perdedores: las fuerzas laicas y dialogantes, situadas en el centro-izquierda.
En todo caso, es difícil calificar de libres unos comicios dominados por el terrorismo y un férreo control ubernamental sobre la televisión, el único medio de comunicación que llega a casi todos los hogares. Que además haya habido irregularidades, como denunció ayer el líder de Hamás, es algo sobre lo que los observadores internacionales tendrán que opinar.
El poder no parece dispuesto a un diálogo sin exclusiones, que es imprescindible. Si no se produjese a partir de ahora, las elecciones habrán servido de poco: el terrorismo de los extremistas islámicos proseguirá, y previsiblemente recibirá una respuesta no sólo del poder legal, sino también de los grupos paramilitares que, apoyados desde el Gobierno, llevan a cabo una guerra sucia a menudo tan cruel como la de los primeros. En tales condiciones, no se facilitará un consenso social amplio para, las reformas económicas que tanto necesita Argelia, y de las que hasta ahora sólo se han beneficiado los sectores más próximos al poder. Los que ganaron ayer las elecciones.
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