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Los Baroja

Como pocas otras exposiciones me ha gustado la que en estos días ofrece el Museo Municipal bajo el título de Los Baroja en Madrid, Cuenta la historia de una familia vasca tan ligada a esta ciudad que se puede decir que ni los Baroja serían del todo los Baroja sin Madrid ni Madrid sería del todo Madrid sin los Baroja. Fue en 1879 cuando el ingeniero don Serafín Baroja se trasladó a la capital con su mujer, Carmen Nessi, y sus hijos, Darío, Ricardo y Pío. Carmen Baroja nació pocos años después en Pamplona y se casó con el editor Rafael Caro Raggio. Su hijo, Julio Caro Baroja, etnógrafo, una profesión que le venía por herencia, porque Carmen fue pionera en estos estudios, escribió una memorable historia familiar.

Los Baroja en Madrid, está dicho pronto. Pero hay que leer las memorias de don Julio y visitar esta exposición para darse cuenta de todo lo que esa frase significa. Joaquín Puig de la Bellacasa, comisario de la muestra, recuerda en su presentación que Ortega, a propósito de don Pío, escribió: "Baroja nos hace patente la dureza de las costumbres de España". Lo mismo podía haber dicho de Ricardo Baroja, extraordinario pintor, y, al decir de Carmen Priego, directora del Museo Municipal, "el mejor grabador de su tiempo". Guiados por los textos de don Julio descubrimos en esta exposición la historia no sólo de una familia de intelectuales, sino de una época.

Don Pío y, por lo que se ve en sus cuadros y en sus libros, también don Ricardo, debieron de tener con Madrid una relación ambivalente. Uno y otro supieron calar muy hondo en el espíritu del Madrid popular, pero ambos describen, a través de Madrid, la dureza de la vida de España de que hablaba Ortega. Don Pío critica "la universal golfería" de la ciudad. En la exposición están también los deliciosos dibujos de don Julio y sus cuadros de un casi naïf colorismo. O los recuerdos de Carmen, iniciadora del Museo del Pueblo Español, y de su marído, Caro Raggio, cuyos pasos ha seguido Pío Caro Baroja con las ediciones conmemorativas del autor de La lucha por la vida.

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