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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Malasaña

Soy propietario de un bar del barrio de Malasaña y como bien es sabido últimamente están sucediendo una serie de hechos que denigran al barrio aportándole como es de costumbre más (mala) fama. Algo que repercute en especial a los bares. nocturnos que siempre nos toca la negra: sin que tengamos nada que ver con toda esta juventud que se congrega todos los fines de semana para mal beber litros de cerveza y minis de calimocho en las diversas plazas y calles, desde las cinco de la tarde hasta bien entrada la noche, produciendo el atropello de toda aquella gente que pasa por el lugar ya sea andando o en coche, al igual que el destrozo que producen al deshacerse de los envases que normalmente son despojados, en el mejor de los casos, por los suelos. Ahora bien, ni se sabe ni se sabrá el porqué de dicha moda, pero lo que sí resultaría interesante sería intentar erradicar este comportamiento.Para que el Ayuntamiento haya tomado cartas en el asunto han sido necesarias repetidas manifestaciones por parte del vecindario y unas protestas que ya duran más de un año. Como primera medida han hecho uso de un despliegue policial por la zona (que, como siempre, terminará desapareciendo) para persuadir a esta nueva generación de bebedores a no congregarse por las plazas y calles. Esta medida, desde mi punto de vista, es tan inútil como la de ahuyentar a los lobos con gritos. Una solución, si no tajante, que sí al menos acortaría el tiempo de estancia en la calle, con la consiguiente disminución de basura, ruido y destrozos, sería fijarse en quiénes son los encargados de suministrar las bebidas a esta juventud.

En lo que va de año han proliferado por la zona tiendas supuestamente llamadas "frutos secos", cuando en realidad no son más que bodegas camufladas que venden todo tipo de bebidas alcohólicas, y ahora me pregunto, si son tiendas de comestibles, ¿qué hacen abiertas hasta las cuatro de la madrugada?, cuando todo el mundo sabe que deberían estar cerradas antes de las 9.30.

¿No sería más fácil, efectivo y económico vigilar la decena de estas tiendas existentes que intentar controlar a varios centenares de jóvenes?-

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