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Los experto s hallan nuevas aplicaciones clínicas en la hormona de la leche

La falta de prolactina se vincula a la inmunodeficiencia y su exceso, a la artritis

Un tratamiento hormonal se debe plantear únicamente para suplementar un defecto, ya que un exceso de hormonas es de lo más tóxico que hay. Se aconseja en los casos de personas que sufren su falta o disminución, como el de los diabéticos a los que se les administra insulina o el de los hipotiroideos, la hormona tiroidea. Son compuestos que actúan en muy pequeña concentración y cuyo desequilibrio es complicado de tratar.Pero a pesar de que la potencia de acción de las hormonas las hace ser moléculas peligrosas, si se tratan de la forma adecuada se les puede en contrar aplicaciones fantásticas. Es el caso de la prolactina.

La prolactina se ha relacionado tradicionalmente con la producción de la leche. Pero según las últimas investigaciones, esta hormona puede tener una gran utilidad para estimular el crecimiento y diferenciación de las células del sistema inmune, una vez que han estado deprimidas, por ejemplo, por un tratamiento de radioterapia, aunque su uso o alteración hacia esas aplicaciones debería hacerse siempre de una manera controlada y muy lenta. Otro de los aspectos que están viendo los investigadores es la relación entre un exceso de prolactina y padecer artritis reumatoide.

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La prolactina se produce por células de la pituitaria, que se liberan bien durante la lactancia o bien en situaciones de estrés, con lo que aumenta la concentración en sangre.

Los trabajos realizados en los últimos cinco años por el grupo de investigación francés del científico Paul A. Kelly, director de la unidad de endocrinología molecular del centro de investigación Inserm, de París, han demostrado que, en células derivadas de un linfoma de células T (que son de las primeras en activarse cuando hay una infección) de rata, la prolactina dispara acciones celulares similares y tan potentes como lo hacen, por ejemplo, determinadas interleuquinas (o factores de crecimiento de las células del sistema inmune).

En todas partes

Estas demostraciones destaparon la posible aplicación clínica de esta hormona y han sido recogidas en la revista Inmunology Today. Kelly comprobó además que los receptores de la prolactina aparecen distribuidos en una amplia variedad de tejidos, como en los del cerebro, la retina, los testículos y los ovarios. Y se detectó que, curiosamente, el mayor número de receptores de prolactina no se encuentra donde parecía más evidente -en las glándulas mamarias-, sino en el hígado.Esos receptores son proteínas que están en la superficie de las células y la hormona tiene que unirse a ellos para tener efectos sobre la célula.Pero lo más novedoso sobre la utilidad de esta hormona lo apuntan las últimas investigaciones realizadas por un equipo del Centro de Biología Molecular (CBM) Severo Ochoa -que comparten la Universidad Autónoma de Madrid y el Centro Superior de Investigaciones Científicas

(CSIC) sobre el efecto, de la prolactina en las células hepáticas. Éstas ponen de manifiesto que la prolactina en el hígado es mitogénica (es decir, que su exceso favorece el crecimiento y división de la célula).

Desde el punto vista científico, lo más importante ahora es averiguar cómo habla la prolactina a la célula. "La regeneración hepática (tras una hepatectomía parcial, una operación que consiste en separar parte del hígado) es un proceso conocido desde la antigüedad", explica Predestinación García Ruiz, profesora del departamento de biología molecular y precursora del equipo del CBM, que lleva experimentando con la prolactina desde hace 10 años.

Sin embargo, según explica esta experta, "los factores implicados en la regeneración hepática son desconocidos hasta el momento, pero las investigaciones apuntan a que la hormona prolactina podría ser uno de esos elementos determinantes".

Por otra parte, hasta ahora también se conocía la relación entre lo que se llama una hiperprolactinemia (una concentración de prolactina en san re que resulta anormalmente alta) y los casos de lupus tuberculoso (una afección destructiva de la piel), pero no se sabía por qué.

Siempre,se ha relacionado a la prolactina con la artritis reumatoide debido a que el riesgo de padecerla es tres veces mayor en las mujeres que en los hombres, especialmente en aquellas que tienen problemas de fecundidad y durante el periodo de lactancia. Y parece que ahora hay evidencias que apuntan a lo que ocurre en esos casos.

"El sistema inmune tiene que distinguir las células que reconocen los agentes externos y permitir su crecimiento y diferenciación", señala Ruiz, "pero al mismo tiempo debe matar aquellas células que reconocen las moléculas del propio cuerpo. Si esto se gundo falla, nos encontramos con un proceso autoinmune".

Y la explicación de todo esto puede estar en la existencia de una relación de la prolactina con los procesos de autoinmunidad. Pero la artritis reumatoide es un proceso complejo en el que intervienen tanto elementos genéticos como procesos autoinmunitarios y diversos desequilibrios en los factores que regulan el crecimiento y la diferencia ción de los linfocitos.

A largo plazo

"El tratamiento con esta hormona puede tener efectos positivos en los enfermos con inmunodeficiencia para promover el crecimiento de linfocitos", con sidera la doctora García Ruiz.Sin embargo, especialistas en endocrinología, como Basilio Moreno, del hospital Gregorio Marañón, recuerdan que de cada decena de investigaciones de este tipo "sólo salen adelante una o dos, lo que no quita novedad e interés a estos descubrimientos, que además alejan y amplían las aplicaciones de la prolactina del campo de la ginecología hacia otras áreas".

Una opinión similar y un llamamiento a la prudencia al hablar de aplicaciones médicas a corto o medio plazo manifiestan los expertos en traumatología.

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