El último 'dinosaurio africano'
Tras el fin de la guerra fría, Mobutu se convirtió en un dictador insostenible para Occidente
El Congo al que Joseph Conrad llegó a finales del siglo pasado era una finca personal del rey de los belgas, Leopoldo II, el mayor campo de trabajos forzados del mundo. Bajo la máscara filantrópica de la colonización y cristianización de "los salvajes", la codicia occidental comenzó una tarea de explotación del suelo y envilecimiento de la población que todavía no ha terminado. No es raro que en su viaje por el río Congo, en busca del enloquecido agente colonial Kurtz, el escritor Joseph Conrad describiera aquel régimen de terror como el corazón de las tinieblas. Mobutu Sese Seko, el último gestor de Occidente en la riquísima finca centroafricana, cedió ayer el poder después de más de 30 años, de dictadura, en la que el último dinosaurio africano, como ha sido descrito por sus más acreditados biógrafos, amasó una fortuna de centenares de miles de millones, se mantuvo en el poder mediante el crimen y el visto bueno de Occidente e hizo de Zaire uno de los lugares más dolorosos de la Tierra.Cristianado como Joseph Désiré por los padres capuchinos, el futuro Mobutu Sese Seko nació el 14 de octubre de 1930 en Lisala, junto al curso del gran río, en la región norteña de Ecuador. Miembro de la tribu de los ngabandis, con los misioneros belgas dio los primeros pasos en la religión, el francés y el fútbol. Estudiante difícil, se enroló en la Fuerza Pública en 1950, una tropa de choque mandada por oficiales belgas y una disciplina de hierro. Mobutu será promovido a sargento tres años después, época en la que empezará a colaborar en el diario L'Avenir Colonial Belge (nombre que pronto sería prudentemente abreviado por el de L'A venir, El futuro), donde entrará en contacto con Patrice Lumumba, el artífice de la independencia zaireña. El futuro leopardo (no en vano hará de su gorro de piel uno de sus atributos preferidos y un elemento crucial de su desaforado culto a la personalidad) viajó a Bruselas, realizó estudios universitarios y supo ganarse la confianza de Patrice Lumumba en cuanto el fundador del Movimiento Nacional Congoleño llegó a la_metrópoli tras abandonar la prisión de Elisabethvllle (la actual Lubumbashi) para negociar la independencia. La periodista belga Colette Braeckinan recuerda en El Dinosaurio (El Zaire de Mobutu) cómo el sargento periodista trabó en Bruselas lazos con el servicio secreto belga y contactó con Maurice Tempelsman, amigo de Lawrence DevIin, el hombre que la CIA había instalado en la capital belga para forjar amistad con jóvenes congoleños.
En junio de 1960, cuando estalla la independencia, Mobutu es promovido a jefe del Estado Mayor con el grado de coronel. Y empieza a demostrar su talento para la intriga, aprovechando la rivalidad que pronto se desata entre el presidente Joseph Kasavubu y Lumumba, su primer ministro. El 14 de septiembre ensaya su primer golpe de Estado y neutraliza a los dos rivales. Para los belizas y los estadounidenses, Lumumba, con un discurso emancipador y africanista, era el hombre a batir. Y Mobutu cumplió muy bien su tarea, enviando a su mentor al matadero a manos de los secesionistas de Katanga. La Compañía Minera del Alto Katanga, bajo control belga, y la CIA no fueron ajenos a esa providencial desaparición.
Tras cinco años de guerra civil, Mobutu se hace con todo el poder el 4 de noviembre de 1965. Entonces pone en marcha una estrategia que le ha reportado inmensos dividendos y que explica su longevidad política: en el interior utilizará hábilmente las divisiones de sus adversarios y empleará al mismo tiempo la represión brutal y la gracia, eliminando o integrando en su cleptocrático régimen a sus adversarios. En el exterior será un fantástico empleado de la guerra fría como modélico aliado de Occidente. En 1970 pone en marcha un proceso de zairización (autenticidad africana) que trastocará los mapas: el Congo, que daba nombre a un país y a un río, se convertirán en Zaire, y el propio Josep Desiré se convertirá en Mobutu Sese Seko Kuku Ngbendu wa za Banga, amén de pacificador y libertador. La decisión de nacionalizar las compañías mineras en 1974 fue revocada dos años después: las empresas fueron devueltas a los occidentales, y la obscena luna de miel con Occidente pudo reanudarse. El Oeste premió su fervor anticomunista mostrando su decidido apoyo con paracaidistas franceses y belgas y logística estadounidense en las dos guerras secesionistas de Katanga a fines de los setenta. Mobutu ha sabido jugar muy bien su carta apocalíptica de "yo o el caos" mientras mantenía al país en la indigencia y el abandono total y él se apropiaba de centenares de miles de millones de ayuda occidental librados por el Bando Mundial y el Fondo -Monetario, Internacional. Pero su tiempo ha pasado. Ya no resulta útil a Occidente un dictador tan despiadado y codicioso. El tiempo de Kabila ha llegado. Pero el corazón del Congo-Zaire todavía no ha despejado sus tinieblas.
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