Manuel Vicent recupera en un libro sus crónicas urbanas de los años 80

El hombre que un día se confundió de chalé adosado y se metió en una casa que no era la suya; el padre progre que por fin un día se impuso a su hija veinteañera con una bofetada, dejando atrás ciertos prejuicios absurdos de la izquierda o la historia de una rata que se alimentaba cada noche en unacasa de subastas de Londres con los lienzos de los maestros impresionistas. Manuel Vicent (Castellón, 1936) asegura que sus historias nacen antes de una sensación que de una ímagen. Los mejores relatos (Alfaguara) reúne 45 crónicas que Vicent escribió en los años 80. Artículos de ficción que parten de hechos reales y que hoy retratan una época.

Escribe Juan Cueto en el prólogo del libro: "Lo de Vicent no es, no sólo es, ese estilo brillante que no admite dudas literarias e incita al plagio imposible. Lo suyo es toda una filosofía".Filosofía a la que Vicent llega desde lo más superficial (" lo más profundo del ser humano es la piel", afirma él, que añade: " Me interesa encontrar la profundidad a plena luz").

"Un relato nace de una imagen, de una noticia, pero en mi caso nacen sobre todo de una sensación. Rara vez empiezo un artículo sabiendo lo que va a ocurrir. Me dejo llevar por el sentido de las primeras líneas".

Los 42 relatos reunidos en este tomo surgieron en su mayoría de la idea de Manuel Vicent de hacer en sus artículos (aparecidos en su mayoría en EL PAÍS en los años 80) lo contrario al llamado nuevo periodismo. "En lugar de tratar la crónica de sucesos como si fuera ficción, decidí hacer ficción con la crónica de sucesos", explicó ayer el escritor en la presentación de su libro, en la que su editor, Juan Cruz, destacó cómo el estilo de este escritor se parece a su persona. "Frente a los escritores vacíos, están los escritores llenos, como Vicent", afirmó Cruz.

De todos sus relatos, Vicent destacó uno: "Me siento especialmente orgulloso de uno de estos cuentos, el que se llama Unidad móvil. Es la historia de un grupo de música que atracó un banco para poder salir en la televisión y en él aparece por vez primera escrita la palabra pelotazo como hoy la conocemos. Es un término que, modestamente, inventé yo. Y estoy muy orgulloso de ello".