Los golpes se invierten

Desde este pasado fin de semana, la disputa entre el PP y el PSOE se ha disparado irremediablemente porque las alusiones respecto al número dos del PP, Francisco Álvarez Cascos, eran demasiado fuertes como para mantener una apariencia de calma y silencio. (...) El Gobierno del PP, pasado su primer año, (...) debe acreditar públicamente que no tiene miedo a que haya problemas, a no ser que sean verdad las alusiones funestas que ahora le lanzan. A estas alturas resulta increíble que el PSOE se esfuerce en desviar escándalos que están en puertas de juicio. (...) Sobre el PP también se cernía, desde un principio, una sospecha sobre la fortísima carrera que emprendió para echar al PSOE del Gobierno, con tantas prisas y sin reparar en medios de ataque. (...)Es cierto que quien acusa tiene que probar, y esa misma fue la defensa que González presentó ante el Parlamento para rechazar las acusaciones de Damborenea sobre el GAL, pero Álvarez Cascos y el PP dijeron entonces que no la creían. Cuando el número dos del PP aduce ahora pruritos de guardar el secreto de su agenda, resulta irreconocible y convence poco, porque la memoria le ata a sus precedentes. Ni resuelve mucho al replicar que "no caerá en la trampa" que dice que le quiere tender González, porque, en todo caso, indica que él parece saber mucho de trampas a los demás. Es triste la disputa entre los dos grandes partidos, ajena a los problemas de gobierno, pero no de poder.

13 de mayo