Aznar precipito su decisión sobre la fiscalía con una solución aparentemente salomónica
El presidente del Gobierno, José María Aznar, precipitó ayer su decisión de destituir, al fiscal general del Estado, Juan Cesáreo, Ortiz Úrculo, y de dar, al mismo tiempo, luz verde a la sanción de trasladar de la Audiencia Nacional a la fiscal María Dolores Márquez de Prado. La doble. decisión del Consejo de Ministros cogió por sorpresa a magistrados, jueces, políticos y medios de comunicación. El vicepresidente Francisco Álvarez Cascos había informado la víspera que el Gobierno no iba a decidir sobre estas dos cuestiones hasta la próxima semana. Con tal maniobra de despiste, Cascos desactivaba la atención puesta sobre el Gabinete, pero con ello revelaba también que, al menos al mediodía del jueves, ignoraba la decisión de Aznar.
José María Aznar, sorpresa incluida, tuvo ayer un gesto de aparente autoridad política y también de aparente carácter salomónico al destituir al fiscal general del Estado, Juan Cesáreo Ortiz Úrculo, y dar luz verde simultáneamente al expediente de traslado de la fiscal Dolores Márquez de Prado, sancionada por el fiscal general. No obstante, la decisión de Aznar podría no ser tan salomónica como aparenta. Mientras el relevo del fiscal general es inapelable, la sanción de traslado de Márquez va acompañada de una invitación expresa por parte del vicepresidente político del Gobierno, Francisco Álvarez Cascos, para que recurra ante el Tribunal Contencioso-Administrativo. Es decir, Márquez todavía podría quedarse en la Audiencia.La doble medida la decidió personalmente el presidente del Gobierno y se la comunicó ayer mismo por la mañana, antes de que se reuniese el Consejo de Ministros, a la titular de Justicia, Margarita Mariscal de Gante. La Moncloa asegura que en ese momento la ministra se puso en contacto con el fiscal general del Estado para comunicarle su relevo, pero en la fiscalía desmienten este extremo.
Fue una decisión típicamente "aznariana", aseguran quienes conocen bien al jefe del Gobierno. No obstante, también fue una sorpresa porque Aznar, el lunes por la noche, en su entrevista en Tele 5 sobre el balance del primer año de gobierno, dio a entender que Ortiz Úrculo continuaría en el cargo.
Con el relevo por sorpresa de Úrculo, el presidente del Gobierno quiso ofrecer un gesto, de autoridad política ante un fiscal general del Estado que le había echado un pulso enviándole una carta, hace 10 días, en la que advertía que o el Gobierno respaldaba su decisión de trasladar a la fiscal Márquez de Prado o él se iba de la Fiscalía.
"Era oportuno"
Álvarez Cascos se limitó ayer a señalar a modo de explicación: "Se ha decidido que era oportuno y conveniente poner en marcha el sistema de sustitución del fiscal general". A falta de explicaciones concretas, el vicepresidente recurrió a una muletilla que empieza a ser habitual en el Gobierno del PP ante decisiones delicadas: "Había una situación, un problema, unas dificultades, y atender unas responsabilidades a distintos niveles. Con esta decisión, hemos atendido el interés general". Fue toda la explicación oficial del relevo. El secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Rodríguez, argumentó que no le parecía procedente entrar en explicaciones sobre una decisión que afectaba al fiscal general.
En el caso del traslado de la fiscal Márquez de Prado, el presidente del Gobierno, por un lado, respalda la decisión del fiscal general del Estado y del propio Consejo Fiscal, que abogaron por dicha sanción como consecuencia de los conflictos desatados en la Audiencia Nacional por los fiscales indomables. Pero, por otro, Aznar se cubre las espaldas al sugerir a Márquez de Prado,a través del vicepresidente Álvarez Cascos, que recurra ante el Tribunal Contencioso-Administrativo.
De hecho, el informe realizado por la titular de Justicia al Consejo de Ministros de ayer expresa dudas sobre las bases jurídicas de la sanción de traslado de destino de la juez, defendida por el fiscal general. La ministra, en su informe, no oculta la posibilidad de que la decisión sea rechazada por el Tribunal Contencioso-Administrativo si es recurrida por la Márquez de Prado. Por ello, el vicepresidente del Gobierno, en su intervención de ayer en la Cadena Cope, animó a la fiscal a que lo hiciera, para cubrirse en su decisión.
"Había una propuesta del fiscal general del Estado y cabía que el Gobierno pudiera revocar esa decisión e interpretar por razones jurídicas que la propuesta no era correcta", dijo Cascos. A renglón seguido añadió que la ministra ha interpretado que la decisión del fiscal general del Estado, al apoyar la sanción de la fiscal M árquez, era correcta, pero añadió: "La fiscal Márquez puede plantear el correspondiente recurso que se resolverá por la vía contencioso-administrativa".
Mariscal, extraordinaria
Cascos también dejó claro su respaldo a la posición adoptada por la ministra de Justicia. "Es una persona extraordinariamente competente y prudente. Lleva con delicadeza y sentido común los asuntos de la Justicia y problemas complejos que no tienen soluciones simples. El balance final va a demostrar la capacidad de la ministra".
El vicepresidente político eludió el contacto con los medios de comunicación, limitando su comparecencia pública a una entrevista en la Cadena Cope que le sirvió en bandeja la periodista Mar¡ Cruz Soriano. Ni Álvarez Cascos ni la ministra de Justicia comparecieron en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Dejaron la tarea al secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Rodríguez. Éste, a su vez, remitió las explicaciones sobre las importantes decisiones del Consejo de Ministros a la entrevista que Cascos iba a conceder a la Cope dos horas después y, en cualquier caso, al Ministerio de Justicia.
Desde La Moncloa trataron de justificar la incomparecencia de Cascos en la rueda de prensa posterior al Consejo con el argumento de que tenía que responder a las acusaciones que le hizo desde México el ex presidente Felipe González sobre el caso GAL y el escenario de La Moncloa no era el adecuado para ello. De ahí que, según La Moncloa, Cascos optara por la sede del partido en la calle Génova. Pero los periodistas no pudieron preguntar. Sólo oír.
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