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Entrevista:

"Las obras de arte siempre son entretenidas"

Miguel Ángel Villena

Ha plasmado en la pantalla un sueño adolescente y transmite euforia y pasión. Tiene pinta de estar agotado pero respira ese cansancio satisfecho que concede el trabajo cumplido. Porque desde que era apenas un jovencito, un aprendiz de actor, Kenneth Branagh (Belfast, 1960) quería convertir en imágenes cinematográficas la versión completa de Hamlet, una de las obras cumbre de la literatura universal. Las latas con cintas de más de cuatro horas -Branagh también ha preparado una versión reducida de poco más de dos horas- ya esperan el momento de, la proyección en el festival de Cannes en los próximos días.Entre viajes de promoción por toda Europa a la espera de la cita francesa, Branagh cruza los dedos para que su Hamlet consiga el favor del público. Con un presupuesto que rebasa los 18 millones de dólares (2.610 millones de pesetas), el cineasta británico confía en que Ias obras de arte siempre son entretenidas", pero reconoce: "Claro que estoy preocupado por la respuesta de los espectadores ante una película de una duración tan larga, pero creo que el reparto es fascinante, la acción resulta siempre viva y el espectáculo es total. Confío en que la gente vuelva a acostumbrarse a ver filmes largos como ocurrió con Lo que el viento se llevó o Doctor Zhivago, o, recientemente, con Casino. Estoy convencido de que si una película es buena, el público aguanta".

Lealtades, traiciones, guerras, amores y locuras marcan y trastornan a los personajes ya eternos del drama de Shakespeare, que en esta ocasión están interpretados por el propio Branagh (Hamlet), Julie Christie (Gertrudis), Derek Jacobi (Claudio), Gerard Depardieu (Reynaldo) y Jack Lemmon. (Marcelo), entre otros monstruos de la escena o de la pantalla. Rodado con gran lujo de medios, este Hamlet está ambientado en la decadente, y colorista Europa nórdica de finales del siglo XIX. Los exteriores fueron filmados en Blenheim, un castillo inglés del siglo XVIII, y para ilustrar el carácter de producción extraordinaria bastará decir que se cubrieron 180 acres de tierra con 200 toneladas de nieve artificial. 0 sea, la mayor nevada artificial de la historia del cine europeo.

Fascinación es la palabra que más veces repite Branagh para describir su película teñida de caracteres épicos y reflejo de conductas eternas más allá de las peripecias concretas del príncipe danés. "En el mundo de hoy hemos perdido la capacidad para expresarnos con palabras", resalta un Branagh que consiguió contagiar su entusiasmo a los productores para lograr financiación.

"He necesitado", explica el cineasta, "mantener miles de reuniones, pedir dinero prestado, robar y armarme de infinita paciencia para conseguir los fondos económicos. Además, la versión deHamlet que realizó Mel Gibson estaba muy próxima en el tiempo y esa circunstancia dificultaba la labor de persuasión de cara a los productores". Vestido de modo informal -cazadora, jersey ancho y tejanos-, este norirlandés pelirrojo y de talante amable, todo lo contrarío de un divo, confiesa una devoción sin límites por William Shakespeare. "Tenemos una relación muy amistosa", dice entre sonrisas, "en la que él me ha aportado mucho más a mí que a la inversa. Me asombra, un a y otra vez, su sabiduría sobre los recovecos de la conducta humana. En este final de milenio tan convulso la obra de Shakespeare es más actual que nunca. Ahí están, por ejemplo, las presiones sobre sus vidas privadas que sufren los personajes públicos o las luchas descarnadas por el poder. Shakespeare apela a una espiritualidad que debemos redescubrir, a la poesía, a la música. Mi reto principal ha consistido en contar todo eso en imágenes para que el público lo sintiera como algo contemporáneo".

Al parecer Branagh prometió que, después de la paliza de Hamlet, nunca más volvería a dirigir e interpretar una misma película, pero ahora lo considera "un comentario hecho al calor de la batalla y del agotamiento". Cuando responde qué instrucciones le ha dado el Branagh director al Branagh actor en este filme el cineasta británico comenta: "Sobre todo que el actor no le diera problemas al director. Pero, hablando en serio, el intérprete se propuso ser Hamlet, no interpretar el personaje, sino vivirlo". Formado en la magnífica escuela de actores del Reino Unido, Branagh ha rodado ya, siete largometrajes donde ha sabido combinar esa tradición británica de interpretación con los esquemas de las superproducciones made in USA. "Los actores británicos", comenta, "tenemos la suerte de contar con un idioma universal que se puede exportar a cualquier país. Por otra parte, como no contamos con una verdadera industria cinematográfica en el Reino Unido, nos alegramos si participamos en una película".

A lo largo de una carrera que comenzó en 1989 con la dirección e interpretación de Enrique V, el cineasta británico ha alternado las grandes producciones, como Mucho ruido y pocas nueces (1993) o Frankenstein (1994), con historias intimistas y de reducido presupuesto al estilo de Los amigos de Peter (1992) p En lo más crudo de un crudo invierno (1995). Entre los proyectos de Branagh a medio plazo todavía figuran asignaturas pendientes con Shakespeare. Pero admite que ahora le apetece escribir algo más cotidiano y minoritario "con espíritu más ligero y lejos de las epopeyas". Con una expresión resignada declara: "Está claro que cuando aumenta el presupuesto, la libertad del creador disminuye".

Separado de la actriz Emma Thompson hace casi dos años, la vitalidad de este pelirrojo con aires de buen chico no parece conocer límites. Con apenas una bolsa de mano por todo equipaje Branagh almorzó el lunes en Copenhague, de sayunó ayer martes en Madrid, tenía previsto cenar en Londres y el fin de semana volará a Cannes, donde su Hamlet figura en la selección oficial del festival. No resulta, extraño que tanta ansiedad le haya llevado a fumar un cigarrillo rubio tras otro. "Antes corría de vez en cuando alguna maratón. Ahora la única carrera es la promoción de Hamlet", apostilla Branagh.

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