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Voluntariado frente a Estado de bienestar

Polémica en EE UU sobre una fórmula de ayuda social, herencia del antiintervencionismo de Reagan

El año pasado, 1.260 vecinos de Nueva York cedieron en total 35.000 horas de su tiempo para pintar los bancos y recoger la basura del famoso Central Park de Manhattan. Según Marcy O'Dell, la coordinadora de estas actividades, muchos turistas extranjeros creían que los grupos bajo su supervisión eran reos haciendo trabajos forzados. En realidad, eran sólo una reducida porción de los millones de hombres y mujeres que en Estados Unidos realizan labores de voluntariado en sus comunidades, un fenómeno en auge que esta semana han reimpulsado el presidente Bill Clinton y otras personalidades de ese país.Del domingo al martes pasado se celebró en Filadelfia (Pensilvania) la muy comentada Cumbre sobre el futuro de América. Presidida por el general Colin Powell y con la presencia de Clinton y los ex presidentes Ford, Carter y Bush, en la cumbre se recordó a las grandes empresas y particulares que hay que seguir donando, no sólo dinero, sino también tiempo y compromiso, para afrontar uno de los mayores problemas de EE UU: los 15 millones de jóvenes que viven en "zonas de riesgo", en focos de pobreza o expuestos al crimen y la droga.

El plan presentado en esa mag na reunión de personalidades quiere salvar a dos millones de esos 15 millones de jóvenes de aquí al año 2000. Sea eso factible o no, y sea la cumbre una fachada política más que un compromiso auténtico, en EE UU se ha reabierto un debate sobre la dimensión, la naturaleza y la utilidad del voluntariado.

Este fenómeno se identifica en EE UU con valores patrios como la caridad y la ayuda al prójimo en el ámbito de la comunidad y con mecanismos establecidos como el de las donaciones como motor de la actividad cultural y social. Pero también es una herencia de la economía antiintervencionista de la era de Reagan culminada por el presidente Bush en su plan de caridad Mil puntos de luz.

Cada vez más lejos de la filosofia del Estado de bienestar, Clinton quiere seguir reduciendo lo que en EE UU se conoce despectivamente como el big Government (el gran Gobierno federal). ¿La solución? Que lo haga la gente, y gratis. Por eso muchas voces critican que la baza del voluntariado es un intento de quitarse de encima responsabilidad política.

Según Marey O'Dell, coordinadora de voluntariado de la sociedad Central Park Conservancy, una de las más conocidas de Nueva York, ésta es la gran pregunta en el debate. Sin embargo, O'Dell opina que el voluntariado puede, a su vez, alentar la inversión pública, ya que "el entusiasmo de los voluntarios funciona como indicador para los políticos locales sobre cuáles son los intereses reales de su electorado". Central Park Conservancy tiene un exceso de solicitudes de trabajo voluntario de "gente a la que no le satisface sólo dar dinero, sino que quiere participar activamente en agradecimiento a lo que la comunidad le da".

Pero no sólo los parques, museos y jardines necesitan voluntarios. Además el altruismo no se coordina siempre de forma espontánea y gratuita. También hay que cuidar a drogadictos, limpiar a ancianos incapacitados y hablar con huérfanos en barrios marginados. La cumbre de Filaldefia señala quizá una nueva etapa del voluntariado: el mentoring o la actividad de involucrarse con niños que necesitan orientación y compañía. Actualmente se estima que hay 300.000 mentores en EE UU.

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En conjunto, según algunas fuentes, 93 millones de ciudadanos de EE UU hacen trabajos voluntarios al año, lo que supone un total de 20.000 millones de horas de trabajo gratis: limpiando aceras desde el Bronx a Hollywood, llevando comida a jubilados, minusválidos y enfermos de sida, ordenando libros en bibliotecas públicas, organizando campañas de recogida de alimentos, reconstruyendo localidades después de catástrofes naturales, etcétera.

Otros medios han dicho que la cifra es demasiado alta y que su medición es extremadamente difícil. Lo que se sabe es que las donaciones de particulares a organizaciones caritativas ascendieron a 116 millones de dólares en 1995 (más de 21.000 millones de pesetas). Mientras, empresas y fundaciones sólo dieron conjuntamente 18 millones. Por esta razón, la cumbre de esta semana quiso impulsar especialmente las iniciativas de voluntariado del sector empresarial.

Grandes firmas como Coca Cola, McDonald's y American Express utilizan ya sus actividades caritativas como motivo publicitario para su imagen de empresa.

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