_
_
_
_
OFENSIVA TERRORISTA

Un 'comando' de ETA sortea la seguridad en una base militar de Alava y coloca dos bombas

ETA ha intentado demostrar, tras dos asesinatos en los últimos 10 días y nueve en lo que va de año, que dispone de capacidad e infraestructura para mantener su ofensiva. Ayer, un comando sorteó la seguridad de la base militar de Araca, a pocos kilómetros de Vitoria, y logró colocar dos artefactos con 40 kilos de explosivo dentro de la residencia de oficiales y suboficiales. Uno de los artefactos, de unos 20 kilos de amosal, estalló a las 10.45 sin causar heridos. El otro fue desactivado 20 minutos después por agentes de la Guardia Civil y de la Ertzaintza en las inmediaciones del edificio.

El audaz golpe de ETA se inició cuando dos o tres de sus activistas, armados y a cara descubierta, secuestraron a G. M. F., un repartidor que abastece de pan al cuartel, en el polígono industrial de Júndiz.El trabajador relató que, sobre las ocho de la mañana, se hallaba en un bar de ese polígono, cuando fue abordado por dos individuos que le trasladaron por la fuerza hasta su furgoneta, en la que le introdujeron y le cubrieron la cabeza. Los secuestradores dieron varias vueltas que le desorientaron.

El panadero fue atado posteriormente a un árbol cerca de la localidad de Gopegi, a escasos kilómetros de la capital alavesa. Uno de los etarras permaneció con él hasta que el resto del comando regresó a ese lugar tras perpetrar el atentado.

Después de maniatar al panadero, parte del grupo etarra se dirigió en su furgoneta Fiat Ducato hasta la base de Araca, en la que prestan servicio unos 1.500 militares integrados en ocho unidades de la brigada de infantería ligera San Marcial. Los terroristas exhibieron en el control carnés de identidad falsos y pudieron acceder al interior del acuartelamiento con facilidad, debido a que los centinelas comprobaron que la matrícula y el modelo de la furgoneta era la misma que habitualmente suministraba el pan.

Una vez dentro, los etarras descargaron varias cajas en las que ocultaban los artefactos explosivos, algunas de ellas con el rótulo de "aceite". Dejaron las bombas en el sótano de la residencia, justo debajo del despacho del coronel que está al mando del acuartelamiento, sorteando todas las medidas de seguridad.

Operación arriesgada

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

La acción revela, según fuentes del propio cuartel, que los activistas de ETA disponían de "muy buena información" sobre el dispositivo de vigilancia de la base militar. Estas fuentes sospechan que tal vez la información detallada con que contaban los terroristas les permitió perpetrar sin contratiempo un atentado que entrañaba para ellos un alto riesgo.A las 10.30, una llamada telefónica en nombre de ETA a Egin Irratia (Radio Egin), al diario Egunkaria y a la asociación DYA (Detente y Ayuda) avisaba del estallido de una bomba en el citado cuartel en el plazo de 15 minutos. La emisora de radio, afín a los círculos de Herri Batasuna y ETA, comunicó a la Ertzaintza la inminencia de la explosión.

Sin embargo, las fuerzas de seguridad no dispusieron de tiempo suficiente para la evacuación del edificio, en el que se hallaban alrededor de 35 empleados civiles y 15 niños. El estallido llegó con macabra puntualidad en el sótano en el que se halla el depósito de basuras y las calderas, debajo de la oficina que ocupaba en ese momento el coronel jefe del cuartel. Pese a eso, el coronel no sufrió daños.

Veinte minutos más tarde, la Guardia Civil y la Ertzaintza explosionaban de forma controlada otro artefacto similar, compuesto también por entre 15 a 20 kilos de amosal, junto al frontón de las instalaciones, a unos 200 metros de la residencia de oficiales y suboficiales. Fuentes militares ignoraban por qué no había explotado esta segunda bomba, aunque creen que se debió a un fallo en el mecanismo.

"Las puertas y ventanas saltaron por los aires, el olor a pólvora y la humareda eran desoladores. Trozos de metal de las lavadoras salieron despedidos 15 metros impactando contra el cuerpo de guardia", recordaba un residente, todavía aturdido, una hora y media después del atentado.

"El cuarto de calderas está destrozado y parte del techo se ha desplomado", apuntó un bombero tras concluir su trabajo. Ese techo era el suelo del despacho del jefe de, la base de Araca, que salió ileso del atentado. "El boquete era así", narraba el bombero, mientras lo describía haciendo un amplio semicírculo con sus brazos.

"Se ha producido un fallo de seguridad", aseguró el delegado del Gobierno, Enrique Villar, tras visitar Araca, aunque agregó que lo importante es aprender de los errores y saber corregirlos. Según el delegado, el edificio militar podría haber resultado muy afectado en su estructura si hubiera estallado el segundo artefacto.

Algunos soldados y empleados civiles reconocieron que en la base se puede entrar y salir "como Pedro por su casa". Se da la circunstancia de que en este establecimiento militar se está probando un sistema de control de identificación con tarjetas de banda magnética.

Huellas en la furgoneta

La Ertzaintza, que se ha hecho cargo de las investigaciones, buscaba ayer huellas en la furgoneta robada al panadero. Por el momento, se desconoce si la policía ha logrado identificar a los autores del atentado.La ofensiva de ETA responde aparentemente a un intento por restar credibilidad a las versiones oficiales que apuntan a un debilitamiento de su capacidad operativa. La banda ha asesinado a un inspector de policía en Bilbao, a un guardia civil en Zierbana (Vizcaya) y ha intentado otra matanza con coche bomba en Rentería (Guipúzcoa) desde el pasado 24 de abril.

Fuentes militares barajan las hipótesis de que el atentado puede ser responsabilidad de miembros del comando Donosti o del comando Vizcaya. La posibilidad de que el comando Araba haya sido reconstruido parece más remota. Este último grupo, compuesto por tres personas, fue desarticulado en diciembre de 1995 antes de que intentara el asesinato del consejero de Interior del Gobierno vasco, Juan María Atutxa.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_