Matutes habla del triunfo del laborista Blair como si fuera del PP

"La alternancia era lógica, incluso obligada. Ha sido la victoria de la moderación, de un programa liberal y centrista" que no contestaba las reformas de la Administración conservadora, "especialmente las de la señora Thatcher". Representa "un Gobierno sólido y con amplia mayoría" del que cabe esperar una "actitud coherente" sobre Europa. Al escuchar la valoración que hizo ayer al ministro español de Exteriores, Abel Matutes, del resultado electoral en el Reino Unido se habría podido suponer que ganó el tory John Major, y no el laborista Tony Blair. Matutes, que parecía celebrar una victoria de su propio partido, el PP, mostró su satisfacción "y de toda la UE".

Matutes celebró su primera conferencia de prensa desde que sufrió un ataque cardíaco y mostró que se encuentra en plena forma, aunque dejó caer que el viernes tuvo que echarse una siesta "por prescripción facultativa". Sus palabras estuvieron marcadas por la euforia, tanto al hablar del reciente viaje a EE UU de José María Aznar, y de él mismo, como del balance del primer año de diplomacia del Gobierno del PP y de la marcha de los principales expedientes exteriores.El ministro aseguró respecto a Gibraltar que la satisfacción de las aspiraciones españolas "es una fruta que va a caer", aunque 11 sin perjuicio de que se tengan siempre en cuenta los intereses individuales y colectivos de la población". La llegada de Tony Blair al número 10 de Downing Street no cambiará sustancialmente la situación, dijo, ya que, "cuanto más grande" es un país, "mayor es la continuidad de su línea política".

Aclaró el ministro que España seguirá planteando la posibilidad de una soberanía compartida, aunque no es una propuesta oficial, sino "una línea de reflexión" que expuso "de manera informal al hasta hace dos días secretario del Foreign Office, Malcolm Rifkind, y que seguirá tratando (le llamó el viernes y volverá a hacerlo mañana) con su sucesor laborista, Robin Cook.

"Comida larga, muy larga"

Matutes se mostró muy satisfecho del viaje de Aznar a EE UU, de los contactos con medios culturales, económicos e hispanos, de las visitas a la ONU y a la OEA y, sobre todo, de las reuniones con miembros del Congreso y de la Administración norteamericana y, muy especialmente, con Bill Clinton. Destacó que, además de la entrevista con el presidente, hubo una "comida de trabajo larga, muy larga".

Ahí, y en las reuniones con los secretarios de Defensa y de Estado, se obtuvo, por ejemplo, la "plena comprensión y postura favorable" de EE UU a los deseos españoles sobre el mando aliado sobre Canarias y el eje marítimo Canarias-Estrecho-Península. Aunque matizó que "aún no se sabe el final de la película", se mostró convencido de que España logrará su propósito, aunque "puede haber pequeñas correcciones" entre los dos mandos de la Alianza, el europeo y el norteamericano.

El ministro reiteró el respaldo a la democratización de Cuba y la oposicion a la ley norteamericana Helms-Burton, que castiga a los inversores extranjeros en la isla, y justificó que Aznar no tratase con Clinton de la detención y procesamiento del empresario español Javier Ferreiro, por presunta violación del embargo a Cuba. "No hacía falta", señaló, "porque yo había tratado del tema tres horas antes con Albright [la secretaria de Estado]. Me dio toda clase de satisfacciones y dijo que colaborará para buscar una solución satisfactoria", si bien "el tema está en manos de los jueces".