Apotesis orejista
Un viento de furor y delirio orejista invadió los tendidos de la placita de Móstoles e hizo revolotear los pañuelos de un público bondadoso y festivalero, que era evidente que había acudido a acumular oreja tras oreja. ¡Siete y un rabo se repartieron los tres matadores! Cada. uno se comportó como era de esperar detro de su estilo. Litri, tesonero, trabajador, eficaz. El Cordobés, histriónico, comediante, exageradamente circense. Víctor Puerto, torero, artista, clásico, con pureza. Y, enfrente, unos toritos de Bernardino Píriz que apenas se tenían en pie.El colmo del desmadre y el no va más del histerismo del público llegó en el quinto toro, con la faena de Manuel Díaz. El bichito tomó un picotazo y se cayó. Era evidente la nulidad del enemigo, que permitió a El Cordobés hacer una faena larga, con pases por ambos pitones y con la traca final de saltos de la rana y desplantes aprendidos en las charlotadas nocturnas. En la vuelta al ruedo llegó a dar hasta saltos epilépticos, al grito de ¡que bote, que bote! salió de las peñas. Lo más gracioso del asunto es que le dijeron "¡torero, torero, torero!". En el anterior, un inválido de escaso recorrido que acabó sin gas, hizo un poquito el payaso.
Píriz / Litri, Cordobés, Puerto
Toros de Bernardino Píriz, anovillados y sin fuerza, excepto el 6º encastado y con cuajo. 2º y 3º inválidos.Litri: oreja; dos orejas. El Cordobés: silencio; dos orejas y rabao. Víctor Puerto: silencio; dos orejas. Los tres matadores salieron a hombros. Plaza de Móstoles, 3 de mayo. Cerca del lleno.
Víctor Puerto fue víctima de la sinrazón orejista en el tercero de la tarde. Hizo una faena para mantener al animalito en pie, que se acogió con frialdad. Pero como mató de estocada y descabello, parte del público pidió la oreja. No la concedió el, presidente y el torero fue premiado con un inexplicable silencio.
Litri hizo sus dos faenas habituales, molinetes de rodillas incluidos, y Puerto estuvo muy torero con el último.
Babelia
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