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Los vecinos de Móstoles 'declaran la guerra" al invasor

Móstoles (196.500 habitantes) perdona, pero no olvida. A pesar de haber firmado la paz con Francia a principios de este decenio, sus vecinos recrean una y otra vez los hechos históricos del Dos de Mayo de 1808, cuando los lugareños se enfrentaron contra las tropas de Napoleón para transmitir el ejemplo al resto de españoles.Ayer fue la quinta ocasión en que 250 actores -miembros en su mayoría de la peña El Desmadre, del municipio- emularon la fuga de unos nobles madrileños que hace 189 años huyeron hacia Móstoles para escapar de los fusilamientos de la capital. La familia del rey Carlos IV ya había partido en carroza hacia Bayona y Napoleón acababa de tomar Madrid.

La representación de las peñas se inició a las seis de la tarde en la plaza del Pradillo, con la llegada de los nobles a la localidad. Informaron a Juan Pérez Villaamil, fiscal de la villa, de los acontecimientos que sucedían en la capital. Este, a su vez, lo relató a los alcaldes Andrés Torrejón y Simón Hernández, que redactaron un bando de levantamiento contra las tropas francesas.

Durante la representación hubo algunos descuidos, ya que varios lugareños portaban gafas de sol y fumaban cigarrillos rubios.

Además, por primera vez se dudó de la identidad del mensajero cuya misión fue la de trasladar la proclama de los regidores hasta los pueblos de Extremadura y Andalucía. La creencia entre los representantes municipales y los vecinos de la localidad está en que fue Pedro Serrano, El Postillón, quien reventó a su caballo para hacer llegar el documento al resto de españoles.

Sin embargo, Juan de Ocaña -un historiador de Móstoles que vivió en el siglo XIX- asegura en una de sus obras que la misión fue encomendada al hijo de Simón Hernández, Antonio.

Salida a caballo

Con todo, la polémica no afectó al acto en el que, por unanimidad de los protagonistas, se decidió no trastocar la creencia de los mostoleños, y fue Pedro Serrano quien salió a caballo de la plaza del Pradillo con la misiva de los alcaldes.

La secuencia Final y más esperada por las.3.000 personas del público, representó la llegada de las tropas francesas armadas con bayonetas y cañones para enfrentarse a los lugareños, cuyos únicos instrumentos de defensa eran los martillos, las guadañas y los aperos propios de su actividad agrícola, por entonces la más importante del municipio.

Ante el delirio de los asistentes a la representación, los actores se enzarzaron en una aparatosa lucha en la que los franceses fueron aplastados. Siete cañonazos y el himno nacional colocaron el punto final a la actividad después de dos horas de representación histórica.

Como en años anteriores y para no variar, la lluvia hizo acto de presencia en una fiesta que contó con menos público que el año pasado. Muchos de los asistentes afirmaron que la representación es la misma una y otra vez. "Quien lo ha visto en una ocasión, ya se lo imagina siempre. Es como la Semana Santa", comentaron algunos vecinos.

Con todo, la representación de los acontecimientos del Dos de Mayo de 1808 continúa destacando por encima del resto de actividades de las fiestas, como una de las que más público congrega.

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