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La Comunidad se niega a que la 'madre del Retiro' y su bebé vuelvan a la caseta

Jan Martínez Ahrens

El destino de Susana B., de 38 años, la indigente que el jueves dio a luz sin ayuda médica por miedo a que los servicios sociales le quitasen el bebé, ha pasado a manos ajenas. El Instituto Madrileño de Atención a la Infancia (Imain) advirtió ayer que no permitirá que la madre vuelva con el bebé a vivir en la insalubre caseta del parque del Retiro donde le parió. "Les ayudaremos para que el niño esté con ellos, pero mientras su situación desamparo se arregla les pediremos que le dejen con otros familiares o en un centro en situación de guarda [lo que no implica pérdida de la patria potestad]", dijo un portavoz del. Imain. "Yo no pienso volver a la caseta con mi niño", respondió Susana.

Susana, ex toxicómana, descansaba ayer en el hospital Gregorio Marañón. Su compañero, Juan, de 38 años, padre del bebé y también indigente, la había dejado sola por unas horas para "buscarse la vida". "Tengo miedo de que me quieran ayudar ahora y que luego me quiten al niño", dijo la mujer.Ningún organismo oficial le había comentado nada sobre el futuro de su bebé, cuyo estado de salud, excepto por una leve lesión pulmonar, era bueno. Los servicios de asistencia social del Gregorio Marañón tampoco habían elaborado aún un informe sobre su situación socio-familiar. Este estudio se efectuará el lunes y será determinante a la hora de decidir cuál es el destino de la criatura.

Sólo el grupo Provida de Madrid la visitó en la habitación del hospital, donde charlaron largamente, y le ofreció hacerse cargo de su situación "para evitar que le arrebaten a su hijo". "Hemos contactado ya con la madre y solicitaremos permiso a las autoridades competentes para conseguir que ella y su hijo puedan ser atendidos y no sea necesaria la separación. Esta entidad dispone para ello de médicos, ginecólogos, asistentes sociales, etcétera, para poder garantizar que Susana y su marido pasen el posparto y presten atención al hijo en las condiciones más idóneas", señala un comunicado de dicha asociación antiabortista.

Hundidos en la miseria, Susana y Juan ocupan desde hace dos años una insalubre caseta de aperos del parque del Retiro.Este edificio de ladrillo visto, sucio por dentro y con las puertas y ventanas tapiadas, es el lugar donde Susana parió, y que es considerado por los responsables del Imain como inadecuado. Juan lo ve distinto: "Prefiero vivir rodeado de basura que a la intemperie; menos cuarto de baño, teníamos de todo". Juan y Susana comen a menudo los desperdicios que encuentran en la basura.Cuatro hijos

Susana es madre de cuatro hijos. Los dos primeros -dos chicas de 11 y 15 años- son fruto de un matrimonio con un campesino de Ibiza. La relación, pese a que en los primeros años marchó sin sobresaltos, pronto se desintegró por las drogas. La pareja se separó. Al poco tiempo, el marido murió. Susana intentó convivir con sus hijas en un piso facilitado por los servicios sociales en Aluche. Aquello resultó un fracaso. "Me hacían ir todos los días al psicólogo, y yo no podía y las niñas se ponían mal", confiesa. Finalmente, el piso le fue retirado y las hijas quedaron bajo custodia de la madre de Susana.

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El tercer crío es hijo de Juan. Este bebé estuvo a punto de nacer en una tienda de campaña levantada en un solar de Valencia. "Pero como salía de nalgas y yo no sabía cómo sacarlo", cuenta Juan, "pues llamé a una ambulancia".

La parturienta fue trasladada al hospital General de Valencia. Allí, los servicios sociales advirtieron el desamparo de la pareja y les separaron de la criatura, que al cabo del tiempo quedó también bajo la custodia de la madre de Susana, en Madrid. Esta separación, sin embargo, marcó a los padres y les llevó el pasado jueves a no avisar a ningún médico. "Tengo miedo a que me quiten a mi hijo por no tener una casa decente, por carecer de cuarto de baño", explica la madre.Acostumbrada a parir sola

No era la primera vez que Susana paría sola. Como ella misma reconoció, sus dos primeras hijas vinieron al mundo en una cabaña de Ibiza, "muy limpia", y con la única ayuda de un amigo "muy simpático".

El caso del jueves, sin embargo, fue más complejo. Tras dar a luz, el cordón umbilical se quedó sin cortar, Juan, que la había ayudado a parir, salió en busca de unas pinzas y de agua caliente para lavar al recién nacido.

Al no encontrar farmacias abiertas, entró en el hospital Gregorio Marañon., Allí, los médicos sospecharon ante su demanda y, tras presionarle, consiguieron que les explicase lo sucedido. Cuando la ambulancia del 061 llegó a la caseta, situada detrás del Palacio de Velázquez, la madre se aferraba a su hijo, un bebé prematuro y de unos dos kilos de peso, y gritaba para que no les separasen. Tras 45 minutos de discusión, la médico la convenció para llevarla al hospital, donde ayer permanecía.

En su habitación, la mujer insistió en que quería ayuda. "En vez de quitarme a mi hijo, han de ayudarme para que se quede conmigo", razonaba.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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