Novillos, 6; novilleros, 0
¿Pero cómo se pueden desperdiciar seis novillos así? No se caían, bien presentados, nobles, encastados. ¡Un despilfarro!Eso pagó ayer en Valencia. ¡Y los novilleros valencianos que estaban en los gélidos tendidos lo pasaron de mal! Y encima no aprendieron nada; pero nada, nada. Bueno, a ver dar derechazos y eso, que en estos pagos también está muy visto.
¿Cuántos aspirantes a mata- dor de toros habrán soñado con un novillo como el que hizo tercero? Desde luego, el ganadero -que es el matador Espartaco- puede estar contento si todo lo que le queda en la dehesa es como lo que mandó ayer a Valencia. Pero sus novillos se encontraron con unos supuestos aspirantes a ganar el récord del Guinnes de derechazos. En esto ganó de largo Juan Muriel. El sevillano, a un novillo bonito de lámina, Arena se llamaba, lo dejó pasar sin más con el percal. Y con la franela empezó a darle derechazos y no paró. Como el encastado novillo tenía gas, y cuerda, a poco más todavía es tamos los 500 espectadores, banda incluida, esperando a que el novillo se rajara, porque su matador lo que quería es que muriera de derechitis aguda. Y encima lo mató de un bajonazo infame.
Ruiz / Porras, Gil, Muriel
Novillos de Juan Antonio Ruiz, encastados, nobles, con movilidad; Y boyante. Franciso José Porras: estocada, (ovación y vuelta); -pinchazo -primer aviso-, pinchazo, estocada, dos descabellos -segundo aviso- y siete descabellos (silencio). Gil Belmonte: dos pinchazos, estocada baja -aviso- y dobla el novillo, (silencio); estocada (silencio). Juan Muriel; bajonazo infamante (silencio); estocada baja, estocada -aviso- y descabello (silencio). Plaza de Valencia, 20 de abril. Entrada mínima: unas 500 personas.
La verdad es que estos novillos no tenían que haberlos matado ayer. No merecían que sus matadores fueran esos vulgares aspirantes derechacistas. Ya sé que manda la derecha, pero, en tauromaquia, la de los biyetes es la izquierda. Por si nadie se lo ha dicho a los mozos que ayer se vistieron de luces.
Embarullado
El único que medio toreó de capa fue el malagueño Francisco José Porras. A su segundo lo recibió con lances de gusto, que remató con unas apretadas chicuelinas. Pero poco más. Con la franela estaba acelerado y se embarullaba. Aún así, le dio 26 tandas con la derecha, una con la izquierda y con los aceros cantó la Traviata. Menos mal que Porras, nuevo en esta plaza como Gil Belmonte, se sacó la espina en su primero, con el que dio la única vuelta al ruedo de la tarde.
Bueno, se dieron muchas más; eso sí, dando derechazos detrás de los novillos, ya aburridos pidiendo manos expertas. Y los novilleros valencianos, que aguantaron estoicamente entre los 500 sufridos espectadores, se comían las uñas en los tendidos.
Babelia
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