Szymborska
¡Por fin un poeta capaz de escribir una carta comercial!, como quería Gabriel Ferrater. Por fin un poeta y por fin un premio Nobel. Paisaje con grano de arena es el título que Ana Marla Moix y Jerzy Wojciech Slawornirski han puesto a los 100 poemas de Wislawa Szymborska que Lumen edita. Aún no sé polaco, pero esa traducción fluye con un ritmo y una naturalidad humanísimos. La palabra clara, menuda y perpleja del hombre. Poesía, como viene a escribir Slawomirski en su prólogo, a salvo. de la demolición vanguardista de la sintaxis, con los puntos y las comas en su lugar, significantes, con su empeño en extraer una música nueva del mestizaje léxico entre letras y ciencias, poesía como sentido y, sobre todo, poesía donde la ambigüedad -la ambigüedad y no la confusión, como tantos confunden- sólo expresa los límites del autor en su caza del mundo.Szymborska: nadie trató con ese potente desprecio a la muerte: "¡De acuerdo, tiene éxitos, / pero ¡cuántos fracasos, cuántos golpes fallidos e intentonas estériles!". Y eso que viene del lúgubre país, del país de Kantor y sus espesuras, del país gaseado. Szymborska en la frontera: "De los innumerables insectos, sólo mencionaré a la hormiga/ que, entre el zapato izquierdo y el derecho del aduanero, / a la pregunta ¿de dónde y adónde?, ni se molesta en dar respuesta". Szymborska, en el instante previo a que el azar se convierta en destino enamorado: "Hubo timbres y picaportes donde, antes de llegar la hora, la huella de una mano en otra se imprimió".
Digo "¡por fin un poeta!", como Jaime Gil de Biedma -que está en estos versos polacos tan presente, él y su tradición poética- decía (sobre el Stork Club decía) "¡por fin un bar!". Por fin un lugar para verse.
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