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La UE intenta demostrar su capacidad mediadora entre israelíes y palestinos

Soledad Gallego-Díaz

El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasir Arafat, y el ministro israelí de Asuntos Exteriores, David Levi, coincidirán hoy en Malta con motivo de la inauguración de la II Conferencia Euromediterránea, patrocinada por la Unión Europea, y es previsible que mantengan una entrevista bilateral, aunque sus portavoces no quisieron ayer confirmar oficialmente el encuentro. La entrevista sería la segunda desde que tomó posesión el Gobierno de Netanyahu y la primera desde que comenzó la crisis de Jerusalén, y significaría un triunfo para la Unión Europea, que viene reclamando un papel mediador en el conficto de Oriente Próximo.

La UE pondrá hoy a prueba en Malta su pretendida capacidad mediadora en el conflicto árabe-israelí. Bajo su patrocinio se reúnen en La Valeta 27 ministros de Asuntos Exteriores, incluido Arafat. En teoría, la conferencia deberá debatir exclusivamente sobre el proceso de cooperación entre la UE y el área mediterránea iniciado hace 17 meses en la cumbre de Barcelona. En la práctica, los europeos deberán demostrar si son capaces de lograr, por un lado, que los protagonistas de la crisis de Jerusalén se entrevisten, al margen de la conferencia, y, por otro, que este foro internacional, de grandes implicaciones económicas, no salte por los aires debido al nuevo enfrentamiento árabe-israelí.Oficialmente, la II Conferencia Euromediterránea no debe inmiscuirse en las negociaciones del proceso de paz de Oriente Próximo, en el que Estados Unidos desempeña el papel predominante. La explosiva situación en la zona hace imposible, sin embargo, que un foro en el que están presentes, entre otros, Siria, Israel, Líbano, Palestina o Egipto, no resulte contaminado por los últimos sucesos de Jerusalén.

Uno de los principales riesgos a que hace frente la Unión Europea es que la conferencia se convierta en una especie de tribunal para Israel. Los representantes de varios países árabes aseguraron ayer en Malta que la declaración final deberá recoger una condena de los nuevos asentamientos judíos. Los israelíes, por su parte, mantuvieron que el proceso abierto en Barcelona es completamente independiente de las negociaciones de paz. Incluso solicitaron que se suprimiera un párrafo del proyecto de declaración en el que se recuerda el principio de "paz por territorios", y dejaron planear durante toda la tarde, la duda de si David Levi no renunciaría finalmente a acudir a Malta.

La Comisión Europea, representada por el español Manuel Marín, mantuvo hasta el final la imposibilidad de retirar la mención de "paz por territorios". "Quizá de esta conferencia no salga algo nuevo -explicó un portavoz comunitario-, pero, desde luego, lo que no vamos a hacer es suprimir algo que ya figuró en la conferencia de Barcelona". Un diplomático miembro de una de las 15 delegaciones europeas aseguró, por su parte, que Israel no puede pretender acudir hoy día a un foro internacional "y no escuchar algunas críticas". "En cualquier caso", puntualizó el portavoz de la comisión, "Israel tiene razón en que se trata de procesos diferentes y que éste no es un foro para acusar a nadie".

La discusión sobre el contenido de la declaración final resultó ayer tan compleja, que los negociadores' decidieron dejar que sean hoy los ministros de. Asuntos Exteriores los que intenten tejer un texto aceptable para todos. El debate promete ser tan duro que el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Klaus Kinkel, que había excusado su presencia por motivos de política interior, consideraba ayer la posibilidad de viajar a toda prisa a Malta.

Aunque todo el programa de la II Conferencia Euromediterránea parece supeditado al apartado político, lo cierto es que contiene también dos importantes capítulos dedicados a temas económicos y sociales. Los países árabes, especialmente Marruecos y Egipto, se quejan de la lentitud con la que se ponen en marcha los acuerdos de asociación con la UE .

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