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Aterriza como puedas

Juan José Millás

Para descerebrada, por continuar con la imagen de moda, esta ciudad: vean, por ejemplo, cómo crece o decrece el aeropuerto sin ningún pensamiento urbanístico que respalde el número de pistas que gustan al alcalde o disgustan al presidente de la Comunidad, y viceversa. Los habitantes de los 17 municipios afectados por la disputa ya saben que su dolor de oídos no depende de las Matemáticas ni de la Física: de nada científico, en fin, susceptible de ser consultado en los libros de referencia habituales, sino del placer personal de Álvarez del Manzano por las cosas grandes, o del malestar íntimo de Gallardón por lo faraónico. Los tímpanos de la ciudadanía les traen al fresco a uno y a otro porque ellos no trabajan para nosotros, sino para la historia. Se mueren por entrar en las enciclopedias, aunque les da lo mismo el apartado, de ahí que continúen sin oler las tramas que conciernen a la ciudadanía en este fin de siglo.A los okupas de la Guinda, pongamos por caso, les van a pedir seis años o así por resistencia a los grises o comoquiera que se llamen ahora. Y eso sucede al mismo tiempo que los fiscales sudan tinta para ver el modo de no hacer pupa a Conde sin parecer sus abogados. Pero nuestros dirigentes locales no se enteran, no saben que colocarse al lado de la historia en estos momentos sería interesarse por los malos tratos que denuncian haber recibido esos chicos sin futuro. Ellos siguen peleándose por el número de pistas porque han pensado que ya que no pueden entrar en los manuales del pensamiento lo mismo les hacen un hueco en los del urbanismo matón que configura la moral del próximo milenio.

Uno creía que lo del fin de la Historia era una tontería hasta que ha visto lo que son capaces de hacer con el aeropuerto los mismos que se han cargado la Casa del Tesoro. Queríamos ser la California de Europa y resulta que no hay manera de llegar por vía aérea hasta Madrid porque nuestras autoridades no tienen ni idea del número de pistas que conviene perpetrar en Barajas. Es como si un biólogo desconociera la cantidad de circunvalaciones que ha de tener un cerebro para que las ideas aterricen y despeguen con normalidad, sin provocar más decibelios de los necesarios. Aquí los aviones hacen mucho ruido y joroban a toda la población adyacente, pero se mueven con más dificultades personales que una idea en la cabeza de Álvarez del Manzano o en la de su adversario estéticopolítico, Ruiz Gallardón.

Lo deseable es que interviniera en la disputa Álvarez Cascos, un hombre partidario de documentar con generosidad las afirmaciones intelectuales: ya conocemos su tratado filosófico acerca del fútbol como servicio esencial en las sociedades adormecidas. Lo que es una garantía a la hora de salir corriendo. No sabemos si el vicepresidente apoya la idea de un aeropuerto o de dos, pero estamos seguros de que sea cual sea su elección estará bien razonada. Lo importante es que el pensamiento pase por el aro de las circunvoluciones cerebrales, cuando las hay. Eso, qué duda cabe, ayuda a aceptar las decisiones políticas por impopulares que parezcan.

Pero ya decíamos, por chupar rueda de la imagen de la semana, que esta ciudad está descerebrada. A uno le cuesta visualizar un cuerpo sin cerebro, es verdad, igual que un Madrid sin aeropuerto. Pero, puestos a intentarlo, nos imaginamos un cadáver atenuado, tipo Barajas, cuyo crecimiento no estaría dictado por las necesidades internas del sujeto, sino por el capricho de las células periféricas, de manera -que a lo mejor los lunes, miércoles y viernes el cadáver tenía siete dedos en cada mano, mientras que los martes, jueves y sábados, se las arreglaba con dos. Es lo que sucede a nuestro aeródromo, que unos días amanece con cuatro pistas y otras con 18, depende de los humores de la Administración, más que de las necesidades de los administrados. Se trata de una obra pública descerebrada en la que por fortuna todavía funciona la torre de control. De todos modos, si las cosas continúan así, va a ser más difícil ver aterrizar en sus instalaciones a un Jumbo que una idea, por simple que sea, en la cabeza de nuestros dirigentes. Así que Dios nos asista o aterriza como puedas. Tú verás.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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