Alemania condena a Irán por terrorismo de Estado y la UE retira a sus embajadores
Los 15 socios de la Unión Europea (LTE) llamaron ayer a consultas a sus embajadores en Irán y suspendieron el llamado "diálogo critico" con ese país. Respondían así a la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Berlín, que también ayer estableció en una sentencia la culpabilidad del régimen iraní en los asesinatos, el 12 de septiembre de 1992, de cuatro opositores kurdos en la capital alemana. El tribunal condenó a cadena perpetua a dos de los acusados y estableció que la orden partió del líder espiritual iraní, ayatolá Alí Jamenei, y del presidente, Hachemí Raflanyani.
Irán niega toda responsabilidad en los asesinatos y el presidente del Parlamento, Alí Akbar Nateq Nuri, calificó el veredicto de "político". Poco después Teherán expulsó a cuatro diplomáticos alemanes en respuesta a una medida similar decretada con anterioridad por Bonn. La decisión comunitaria fue adoptada a iniciativa de Alemania en el Comité Político de la UE, que reúne a los Quince a nivel de directores generales. Además de condenar políticamente las responsabilidades de las autoridades irartíes a su más alto nivel", de llamar a consultas coordinadas" a los embajadores, y de suspender el "diálogo crítico", el comité anunció posibles "medidas adicionales", a decidir por los ministros de Exteriores en su próxima reunión, el día 29. Podrían ir desde la suspensión de visitas de alto nivel hasta la completa ruptura diplomática.
La declaración en que se recoge esta posición va firmada por la presidencia holandesa "en representación" de la UE -y no por el comité en su conjunto-, y es aquella la que formalmente "invita" a los socios a emprender ese primer, pero duro, paso de castigo diplomático. Ello es así por la reticencia griega a asumir ya la firma del documento, que no obedeció tanto a un desacuerdo frontal como a las ganas de desairar a Alemania, que últimamente ha puesto toda la carne en el asador comunitario en favor de su rival, Turquía.
Alemania, primer socio comercial europeo de Irán, fundó la iniciativa en que "por vez primera" existen pruebas fehacientes e incontestables de la implicación de Teherán en acciones de terrorismo internacional. Pruebas que surgen en su territorio, con la sentencia del Tribunal Superior, atribuyendo la responsabilidad de haber ordenado los asesinatos al líder espiritual, el ayatolá Alí Jamenei, y al presidente Alí Akbar Hachemi Rafsanyani. Bonn necesitaba la solidaridad de todos, argumentó su diplomacia, porque la opinión pública interna le exigía respuestas contundentes.
Presión con diálogo
Los catorce socios se la otorgaron inmediatamente, pese a la tímida oposición inicial de Italia y Grecia. España "primó la solidaridad por encima de la continuidad de una política de presión con diálogo practicada durante cinco años, "especialmente porque ante asuntos de terrorismo" no se puede mantener "posiciones blandas", indicó un diplomático español.De hecho, la política europea cambió ayer en un santiamén. No se alinea todavía del todo con la estrategia de ruptura y aislamiento absolutos preconizados por EE UU -mediante, entre otras medidas, la ley D'Arnato / Kennedy, que obstaculiza las inversiones en ese país y en Libia-pero se le acerca bastante. Washington consideró ayer que la estrategia europea de mantener un "diálogo critico" con Irán "ha fracasado" y pidió a los Quince que se sumen a su política de sanciones comerciales contra Teherán.
Otros dos acusados, cómplices del asesinato, fueron condenados por el Tribunal Supremo de Berlín a penas de 11 y cinco años y un quinto salió absuelto. El objetivo del asesinato, ordenado desde el poder iraní, según la sentencia, era acallar las voces opositoras al régimen de Teherán.
Tres años y medio tardó en producirse la sentencia, que se emitió ayer en Berlín, en medio de extraordinarias medidas de seguridad, con unos 2.000 policías encargados de controlar el orden y tiradores de precisión, ubicados en las azoteas de los alrededores.
Las autoridades alemanas temen ahora las repercusiones en Irán de la sentencia, que acusa a los máximos dirigentes del régimen de ordenar asesinatos terroristas contra los opositores en el exilio. Unos 500 alemanes residen en Irán, incluido el personal diplomático y sus familiares, y uno de los temores latentes es la posibilidad de que el régimen iraní tome represalias contra ellos.
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