Preludios al Teatro Real
Dentro del ciclo Preludio al Teatro Real que patrocina la Comunidad de Madrid, tuvimos un interesante programa de la Orquesta Sinfónica dirigida por José Ramón Encinar. Junto a una resurección de Chapí figuraban dos autores españoles actuales, Luis de Pablo y Eduardo Pérez Maseda, y un par de fragmentos de Tristán e Isolda. Nada diremos de Wagner y uno de sus títulos señeros sino que Encinar lo ofreció en una versión brillante y más cuidada que proclive a la pasión.Luis de Pablo tiene en su ópera Kiu, sobre el libro de Alfonso Vallejo, escrita en 1983, su mejor consecución teatral como pensamos muchos y quedó demostrado una vez más en el intermedio y las dos arias muy bien cantadas por la "soprano salmantina Inmaculada Egido, de dones y méritos tan conocidos como reconocidos. Si el intermedio me parece una de las más bellas invenciones orquestales de su autor, la solución de las arias desde el punto de vista de la cantabilidad es tan atractiva como la colaboración instrumental.
Orquesta Sinfónica de Madrid
Director: J. R. Encinar. Solista:I. Egido, soprano. Obras de Chapí, Pérez Maseda, De Pablo y Wagner. Auditorio Nacional, Madrid, 8 de abril.
El madrileño Pérez Maseda posee buena mano artesanal y en cuanto hace brilla una inteligencia analítica y una sensibilidad artística de muchos quilates. Su Regreso a la luz II es una amplia página de concierto derivada de la ópera Luz de oscura llama, sobre texto de Clara Janés, que se estrenó en 1991. Siendo muy distinta a la música de De Pablo, coincide con ella en la unidad interna, la coherencia y la comunicatividad.
Paradójicamente, lo más esperado era la escena tercera del primer acto de Margarita la tornera, de Chapí, sobre el libro de Carlos Fernández Shaw. Desde su estreno en el Real con franco éxito el año 1909 y su reposición inmediata en Buenos Aires, esta partitura dormía un injusto silencio. Por lo escuchado, anticipo de una reposición completa gracias a la edición que prepara José Luis Turina, Margarita la tornera puede circular con tanta dignidad como muchas otras óperas procedentes de Italia. Sin embargo, lo que siempre se torna difícil es la actualización en las sensibilidades de hoy de unas creaciones a las que su tiempo negó aureola y difusión.
El empeño por una ópera nacional no tiene hoy sentido y el desfase de lo que aquí se hacía con lo que sonaba más allá de los Pirineos es evidente. Lo que sin duda no merecen Margarita la tornera o Curro Vargas es la eterna condena al silencio, así es que su reaparición fragmentaria y muy bien interpretada por la Egido, la Sinfónica y Encinar es digna de aplauso. Y es de desear el montaje de estas y otras óperas nacionales en el futuro Teatro Real cuando reanude su accidentada historia.
Babelia
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