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Anagrama publica dos libros de Rubert y Trias sobre filosofía

El editor Jorge Herralde (Anagrama) buscaba un nexo. Eso que sirve igual para la sintaxis y la mercadotecnia. Había reeditado dos antiguos textos de Xavier Rubert de Ventós -El arte ensimismado- y de Eugenio Trias -El artista y la ciudad- y buscaba cómo venderlos. Es decir, buscaba cómo darles un sentido. Así se le ocurrió la evocación del Col.legi de Filosofía y de su tiempo. En cuanto al Col.legi no hubo mayor problema. Tanto Rubert como Trias como el que los moderaba -el filósofo y periodista Josep Ramoneda- se declararon satisfechos con ese trozo de pasado que recorrió sus biografías -y las de la ciudad- entre los últimos años del franquismo y los primeros de la transición. Sin embargo, la evocación de Herralde no se ciñó al experimento. Habló también del tiempo. Del tiempo de publicación de esos dos libros -en 1962, el de Rubert; de 1975, el de Trias-, que fue también el de la eclosión de una generación de filósofos barceloneses, luego reunidos en el citado col.legi, y el tiempo, algo usado de la gauche divine y el cosmopolitismo barcelonés.De ese tiempo habló el editor con una cierta añoranza y sobre ese leve sentimiento se encaramó Xavier Rubert de Ventós para fómarse una venganza que lleva algún tiempo rumiando: "Yo estoy de acuerdo con Jorge en que nos lo pasamos muy bien en ese tiempo. Yo me divertí mucho, puedo asegurarlo. Pero ése fue también el tiempo en que se practicó un províncianísmo del presente infecto. Un tiempo marcado por el americanismo y el marxismo. Uno te enseñaba cómo ganar amigos y cómo vivir mejor y otro te decía cómo ser más solidario y vivir mejor con tu conciencia. Gran diversión, pero bastante nulidad intelectual".

Destino y futuro

Sólo al final del coloquio, y a partir de otra reflexión de Rubert -"las vanguardias han seguido el mismo camino que las ideologías"-, Ramoneda quiso seguir por ahí: "Tal vez el principio de irresponsabilidad del hombre venga de esos años, de la guerra fría, y se acabe con la caída del muro..." Rubert casi asintió: "De más lejos, viene. La aspiración del hombre ilustrado era decidir sobre su destino: Y ahora que empezamos a poder decidir sobre algunos asuntos fundamentales de nuestro destino el hombre se acobarda. Antes de tomar decisiones, decisiones, por ejemplo, sobre los clónícos, pretende que las tome el azar. Ahora que podría diseñar su futuro, parece preferir todavía el destino".Trias, que antes había definido con mucha precisión su aventura filosófica -"Yo parto de una posición ilustrada, pero dialogando con aquello que la razón deja en una zona de sombra"introdujo alguna matización en ese razonamiento. Advirtió que el hombre es también "el misterio del hombre" y que "probablemente gracias a la existencia de esa zona de descontrol existe la inteligencia".

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