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El líder de la secta suicida creía que los "luciferinos" dominaban el planeta

Iglesias de todas las denominaciones en Estados Unidos contaron ayer con un clarísimo tema de debate. Mientras se escribía el epílogo de un caso cerrado en tiempo récord (tres días se ha tardado en averiguarlo prácticamente todo sobre la secta Puerta del Cielo y sus motivaciones), el país intentaba repintar la línea que separa a las religiones establecidas de los teleevangelistas, los nuevos ciberevangelistas y el territorio indefinido de las sectas. En otro escrito descubierto por la policía, Marshall Applewhite, el líder suicida, sostenía que la Tierra estaba dominado por los "luciferinos".

"Quedará una marca permanente", sentenciaba ayer un editorial del diario San Diego Union-Tribune, "y lo más preocupante es que [la secta] ha hecho que el suicidio parezca fácil, sereno y bello, y que la vida parezca fea". En esa ciudad, los ciudadanos no quieren más que olvidar el caso.Cuando un cliente protestón armó un pequeño escándalo ayer en una tienda de sombreros del centro de San Diego, la dependienta se volvió y dijo: "A éste se le olvidó ponerse la tela" [refiriéndose a las telas moradas que cubrían a los 39 suicidas de la secta Puerta del Cielo]. No hay quien dé el menor crédito a la filosofía cristiano-marciana de Marshall Applewhite y sus acólitos de Rancho Santa Fe.

El sábado se descubrió otro escrito suyo en el que decía que la Tierra estaba dominada por "Luciferinos", una raza de extraterrestres malvados que imponían al mundo falsedades como las normas sociales y la corrección política. Él se consideraba alienígena, pero de los buenos, y decía haber habitado el cuerpo de Cristo.

Applewhite pasa a la historia al lado de David Koresh, el líder de la secta davidiana de Waco, y Charles Manson, el sumo sacerdote de la paranoia norteamericana, que casualmente la semana pasada, cuando trataba en vano de convencer a un tribunal de que le conmutara su cadena perpetua, anunció también que está trabajando en una página de Intemet para difundir su ideario.

El sheriff y el forense de San Diego han afirmado que la investigación se cerrará hoy, culminando 120 frenéticas y fructíferas horas de actividad policial y navegación ciberespacial. El sábado, cuando aún quedaban cuatro víctimas por identificar, en el depósito de cadáveres pudo verse un camión descargando los "equipajes" que pensaban llevarse al espacio exterior los miembros de la secta. Muy pocas familias han mostrado interés por identificar o reclamar los cadáveres de personas a quienes daban por perdidas desde hacía mucho tiempo.

El hijo de Applewhite dijo estar espantado por los hechos, dio el pésame a las familias y aseguró que no sabía nada de su padre desde 1970. En una explosiva declaración pública, Ted Turner, que no tiene nada que ver con la historia aparte de ser el dueño de la cadena de noticias CNN, vino a decir que le parecía bien el suicidio colectivo, pues así había menos locos en el mundo.

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También se publicó ayer la transcripción de una conversación ciberespacial en la que un sectario trataba de captar a un chico de 18 años. "Estamos buscando asociados", tecleaba el reclutador, "y si quieres trabajar con nosotros, lo arreglaríamos todo para que vinieras a California". Al final, el avezado usuario escribe: "Mira, tío, no tengo tiempo para esto, adiós".

En Rancho Santa Fe, un vecino contactado también a través de Internet, pero con fines totalmente libres de sospecha, dijo que en la urbanización reinaba por fin la calma. El tufo de los 39 cadáveres, que pilló por sorpresa a los primeros policías que entraron a oscuras en el inmueble, se ha quedado dentro de esas cuatro paredes.

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