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El Gobierno de Yasir Arafat rechaza la petición israelí de que aniquile a Hamás

El Gobierno palestino de Yasir Arafat rechazó ayer las exigencias israelíes de que destruya al movimiento islámico Hamás, uno de cuyos militantes mató a tres mujeres judías durante un atentado suicida en Tel Aviv y que está amenazando con una nueva ola de sangrientos ataques contra el Estado judío. Mientras tanto, en la calle prosiguen los enfrentamientos entre tropas israelíes y civiles palestinos. Ayer los soldados hirieron de bala a un habitante de la franja de Gaza y otros 12 palestinos resultaron lesionados por pelotas de goma en Belén y Hebrón.

"No nos vamos a convertir ni en títeres ni en una milicia al servicio de Israel", fue la airada declaración de Ahmed Abdelrahmán, secretario general de la Autoridad Palestina. Sus palabras marcaron una nueva subida de tono en la guerra verbal que se libra paralelamente a la violenta campaña que palestinos y tropas israelíes libran en Cisjordania desde hace cinco días." La coordinación en asuntos de seguridad entre la Autoridad Palestina e Israel está vinculada a los contactos políticos y al desarrollo del proceso de paz", agregó AbdeIrahmán refiriéndose a los contactos que Israel y los palestinos sostenían hasta ayer para evitar ataques de Hamás. Una indicación de que la parálisis de esos contactos puede ser permanente la dio ayer Mohamed Dahlán, el jefe: de los servicios de seguridad palestinos en Gaza.

"Haremos oídos sordos a las exigencias de Israel [para destruir a Hamás] y no aceptaremos ninguna condición para, reanudar contactos con Israel", dijo Dahlán.

Las amenazas de Hamás no están siendo tomadas come meras bravuconadas. Todo le contrario. Entre los altos mandos militares israelíes existe certeza de que los extremistas palestinos pueden asestar un nuevo golpe en cualquier momento. Por ello, en todo el territorio de Israel rige el estado de máxima alerta militar y policial, y el Ministerio de Exteriores israelí ha instruido a todas sus embajadas y funcionarios destacados en el extranjero para que adopten precauciones extraordinarias. Moshe Ayalón, jefe de los servicios secretos israelíes, reiteró la noche del domingo que Yasir Arafat "ha dado luz verde a los terroristas de Hamás y Yihad Islámica". "Desde hace días no hay coordinación entre los servicios de seguridad de Israel, y los terroristas interpretan esto como una luz verde para seguir atacando", agregó. Hamás ha desmentido haber recibido autorización del líder palestino para realizar el atentado del pasado viernes.

A pesar de que no existen perspectivas visibles para contener la veloz descomposición del proceso de paz, ni el primer ministro derechista de Israel, Benjamín Netanyahu, ni Arafat parecen partidarios de expedir su certificado de defunción. Netanyahu ha dicho categóricamente que el proceso vive y que debe continuar, pero con la condición de que Arafat destruya a Hamás. En una declaración efectuada ayer en Colombo, durante una escala al regreso de su viaje a Pakistán para asistir a la Conferencia Islámica, el líder palestino dijo que "todas la opciones siguen abiertas", y agregó que está "convencido de que la comunidad internacional no nos abandonará. La paz es hoy una necesidad internacional".

Diplomáticos extranjeros y analistas locales opinan que Estados Unidos intensificará en las próximas horas gestiones políticas para impedir el naufragio del proceso y el estallido de un baño de sangre tras la decisión israelí de construir un nuevo barrio judío en Yabal Abu Ghnem, una colina árabe al sureste de Jerusalén. Pero la duración de esas esperanzas depende en gran parte de que Hamás permanezca inactivo, al menos en estas cruciales circunstancias.

Los enfrentamientos callejeros persistían ayer en Hebrón y Belén, aunque con menor intensidad que durante el fin de semana, cuando al menos 120 palestinos y siete israelíes resultaron heridos. Ayer el Ejército israelí hirió a tiros a un palestino en el sector sureño de Gaza en un confuso incidente que ilustra el creciente nerviosismo en las filas israelíes.

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