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Júbilo entre los seguidores de Hamás

Pasaban de 14.000 los palestinos de Gaza que acudieron a un mitin convocado por Hamás, y de todos ellos salió al unísono el grito de "Alá es grande" cuando uno de sus dirigentes, Ibrahim Makadmeh, interrumpió su discurso para anunciar el atentado suicida de Tel Aviv. A Makadmeh lo conocen los policías de Arafat y los servicios israelíes. Los primeros le detuvieron hace un año por ser uno de los cabecillas del ala militar de Hamás. Los segundos anunciaron que había sido liberado hace poco más de una semana "como parte de la campaña de terror con la bendición de Arafat".El propio Benjamín Netanyahu mencionó hace tres días su nombre como ejemplo de "terroristas suelto". "¡La nueva Intifada continuará hasta que Netanyahu se arrepienta de que su madre lo haya parido!", prometió exultante Makadmeh, arrancando ovaciones y promesas islámicas de liberar Jerusalén. Consignas idénticas se escucharon en la ciudad Cisjordana de Nablús, donde Hamed Bitaui, uno de los dirigentes locales de Hamás, declaró a una multitud de 10.000 palestinos: "Tengo buenas noticias para vosotros. Acaba de realizarse una operación heroica en Tel Aviv. El único lenguaje que entiende la fuerza de ocupación judía es el lenguaje de nuestros mártires...".

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Explosiones de júbilo como las anteriores colocan a Yasir Arafat en la arriesgada posición de contradecir públicamente a Hamás. Y ése es un riesgo ineludible en estos momentos. Muchos palestinos pueden emplazar violentamente a Arafat a que elija entre la mesa de negociaciones y la lealtad y el respeto de su pueblo.

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