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Reportaje:

El rastro sangriento de un mercenario en Zaire

Torturas, electrocuciones y matanzas de un coronel serbio que parece arrancado de "El corazón de las tinieblas"

Se llamaba a sí mismo coronel Dominic Yugo. Nadie en Kisangani, una ciudad humeante escondida en la jungla a orillas del río Zaire (el caudaloso y mítico Congo) sabía su verdadero nombre, pero muy pocos podrán olvidar los crímenes que cometió. Yugo era el comandante de un grupo de alrededor de 300 mercenarios procedentes de la antigua Yugoslavia y Francia contratados por el presidente Mobutu Sese Seko para proteger esta ciudad de un ataque de los rebeldes encabezados por Laurent Kabila. En vez de servir de escudo a la antigua Stanleyville, recuerdan ahora sus habitantes, Yugo les oprimía como un déspota despreciable, un reflejo contemporáneo del personaje de Kurtz, el protagonista de la novela de Joseph Conrad El corazón de las tinieblas, que en el cine interpretó MarIon Brando.Testigos presenciales cuentan que Yugo ejecutó sumariamente a docenas de vecinos de Kisangani por faltas como viajar sin documentos. El coronel también envió a prisión a otros muchos residentes ante la mera sospecha o mínimos indicios de que eran agentes de los rebeldes banyamulenges (tutsis zaireños).

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Un hombre que pasó tres semanas en prisión, Guy Mwanatambwe, aseguró que Yugo torturaba con sus propias manos a sus detenidos, les golpeaba o les sometía a descargas eléctricas. Algunos presos estuvieron a punto de morir de hambre en una celda improvisada en el aeropuerto internacional de Kisangani, donde los mercenarios habían establecido su centro de operaciones.

Justo antes de que Kisangani cayera en manos de los rebeldes, el pasado sábado, los mercenarios de Yugo se llevaron a cerca de una veintena de prisioneros. Ninguno de ellos ha vuelto a salir de las tinieblas, indicó el testigo. "Los mercenarios no vinieron aquí para ayudar a proteger a Zaire", explica Alfa Kangudi, un estudiante de 23 años. "Estos tipos no eran más que terroristas. Eran unos carniceros".

Alfa Kangudi relató que había sido testigo de una de las mayores atrocidades de Yugo. El 8 de marzo conducía su vehículo hacia el aeropuerto cuando llegó ante una barricada levantada por mercenarios blancos. Yugo hizo bajar a dos religiosos protestantes de su vehículo y les acusó de ser espías, porque carecían de documentos de identidad. Los dos religiosos protestaron, asegurando que eran pastores, y mostraron sus viejas biblias como prueba. Yugo les disparó en el pecho con un revólver, remachó Kangudi.Es imposible confirmar la veracidad de las historias que circulan sobre el coronel, pero misioneros y responsables del hospital local afirmaron que Yugo había matado al menos a ocho personas en Kisangani, incluidos dos pastores protestantes, un concejal y cinco jóvenes en medio del mercado. "No es ningún secreto que ha matado a mucha gente con sus propias manos", dijo Gerald Selenke, un misionero católico. "Está claro que era un individuo trastornado".

Atua Benjamín, director del hospital general de Kabundo, afirmó: "Simplemente, sembraba el terror aquí. Los mercenarios daban por hecho que todos los jóvenes eran rebeldes, y había que matarlos".

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Los orígenes de Yugo son misteriosos. Como la mayoría de los mercenarios que llegaron a Kisangani en enero, era serbio, y aparentamente había luchado en Bosnia. Pero la mayor parte de los mercenarios prefería no hablar de su pasado, explican varios habitantes de Kisangani. Describen al coronel como un hombre alto (de más de 1,80 metros), musculoso, pelo negro y ojos oscuros. Según varios testigos, aparentaba unos 40 años.

En una ocasión, Yugo amenazó con matar a dos periodistas que se atrevieron a entrar en el centro de operaciones del aeropuerto. "Era el tipo de hombre que te. podía hacer un daño terrible con apenas una mirada", explica el ex recluso Mwanatambwe.

La última vez que se le vio fue en los muelles del centro de Kisangani, subiendo a un barco junto a decenas de mercenarios que esperaban navegar por el río Zaire hasta Kinshasa, la capital zaireña, más de 1.160 kilómetros río abajo, señalaron varios testigos. De momento, el coronel Yugo sigue en paradero desconocido.

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