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Una moderna versión, de Evita acecha la Casa Rosada

Una madre de desaparecido amenaza a los tradicionales políticos argentinos

Juan Jesús Aznárez

Las pronunciadas ojeras de la argentina Graciela Fernández Meijide le nacen del aIma y se forjaron a partir de 1976, año en que su hijo Pablo fue detenido por la dictadura y desapareció para siempre. La senadora tiene 66 años y llegó a la política sin pretenderlo, empujada por el recuerdo de su hijo, en cuyo nombre jura cada vez que debe hacerlo en el Congreso. Tenía él entonces 17 años, la edad de muchos de los más de 10.000 desaparecidos en aquella salvaje purga castrense. Ahora ella sube como la espuma, y amenaza con modificar la correlación de fuerzas políticas y el tradicional perfil de sus dirigentes. La senadora, testigo del juez Baltasar Garzón en su investigación sobre las víctimas españolas, cita a la fallecida gobernante israelí Golda Meir: "No se metan con mis ojeras, que me costó mucho conseguirlas". Aunque sus fieles suenan verla triunfante en las presidenciales de 1999, ella dice sufrir retortijones de estómago cuando piensa en la Casa Rosada.Pero falta mucho para esa consulta, las ambiciones de otros menos escrupulosos le saldrán al paso, el histórico bipartidismo de peronistas y radicales conserva todavía su fuerte arraigo y el centro-izquierdista Frente País Solidario (Frepaso) de la parlamentaria porteña es fuerte en la capital federal, pero débil en el interior. Y además tampoco acaba de cuajar la pretendida alianza electoral del Frepaso con la socialdemócrata Unión Cívica Radical (UCR). Por tanto, habrá de verse el desempeño de Fernández Meijide en las legislativas de este octubre, encabezando las listas de su coalición a la Cámara de Diputados por la provincia de Buenos Aires, en franca competencia con el peronismo del poderoso gobernador Eduardo Dulialde, aspirante mejor situado en la pugna por la sucesión del presidente Carlos Menem.

La emergente senadora llegó a la notoriedad convirtiendo la búsqueda de Pablo en resistencia. Asistió a las manifestaciones por los desaparecidos -la primera, cuando el general Augusto Pinochet derrocó al presidente chileno Salvador Allende (1973)-, acompañó las diarias reclamaciones de justicia de las Madres de Plaza de Mayo y secundó las iniciativas contra las juntas militares (1976-1983). Pero la permanente denuncia le resultaba insuficiente. "Me integré en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, porque preferí una construcción pluralista y participativa. Después, con la política partidaria, quise contribuir al cambio con poder".

En un artículo titulado 'Huracán Graciela', y publicado por el diario conservador La Nación, Fernando Laborda avisa: "Por primera vez desde que Duhalde asumió la gobernación, algunos encuestadores han advertido que hasta integrantes de la clase baja que se benefician con las políticas asistencialistas del mandatario bonaerense podrían llegar a darle la espalda al Partido Justicialista [peronista, conservador, donde militan Menem y Duhalde]". Graciela Fernández Meijide, brava desde niña, maestra de francés 25 años seguidos, dos hijos y dos nietos ,casó con un poeta que casi muere de infarto cuando se reveló la existencia de los vuelos di la la muerte: desde aviones de la Marina, adormecidos con sedantes, desnudos, más de dos mil detenidos fueron arrojados a las aguas del río de la Plata o del Atlántico.

La senadora no encandila desde las balconadas, a la manera de la Evita de la leyenda; es más casera, y su rebeldía, más moderada. menos caudillista. "De derechas no soy. Tampoco de izquierda tradicional. Soy progresista, profundamente democrática", se ha definido una mujer que se duele de la injusticia y la desigualdad, cuyo pensamiento económico queda a mitad de camino entre la liberalización y el estatismo, y que rechaza el aborto, "una locura". Pero Rosa Graciela Castagnola, casada con Enrique Fernández Meijide desde hace 40 años, es creíble y decente.

Jorge Matzkin, jefe del gubernamental bloque de diputados justicialistas, zorro viejo, alude a la aceleración de la senadora con una reflexión cinegética de mal agüero: "La señora viene como una liebre, y hay más de una liebre que se manca en la carrera". De momento, la velocidad de la liebre es constante, y su pegada fuerte aunque a la corta distancia, según se le ha escuchado decir al gobernador Duhalde: "En las encuestas que tenemos da muy bien en la clase media que vota a los radicales, pero en los barrios pobres da muy mal. Y no te cuento en el interior de la provincia... directamente no la conocen". La feminista María José Lubertino, 37 años, abogada, militante de la UCR, encuentra en Graciela Fernández Meijide un liderazgo auténticamente femenino porque interpreta la política desde la cotidianeidad, y habla por sí misma, sin recitar un discurso. "Graciela hoy aparece como presidenciable. Ignoro si va a llegar, pero el suyo no es un poder delegado como el de Chiche (Hilda Duhalde, esposa del gobernador bonaerense cuya candidatura se pide en ámbitos peronistas para contraponerla a la de Férnandez Meijide)".

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