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El agujero de ozono empieza a manifestar sus efectos en las criaturas de la Antartida

La excesiva radiación ultravioleta afecta a organismos simples

Los embriones de estrella de mar desarrollan unas feas deformidades y se mueren antes de nacer. Los erizos de mar dejan de reproducirse y algunas plantas producen su propia "protección solar". La naturaleza antártica empieza a mostrar los sutiles pero inconfundibles efectos del agujero de la capa de ozono en la atmósfera terrestre, que deja que los rayos ultravioletas del sol bombardeen el continente helado durante unos cuatro meses todos los años.Si las plantas y los animales simples se ven dañados por los efectos del agujero de ozono, ¿Puede faltarles mucho a los humanos? Esa es una cuestión que los científicos preferirían no contestar por el momento, pero en los niveles evolutivos más simples de la vida las consecuencias ya se han hecho notar y parecen agravarse cada vez más.

Las investigaciones realizadas por los científicos en Palmer Station, una base científica estadounidense en Anvers Island, muestran que una elevada radiación ultravioleta daña las formas más simples de vida como el plancton y los moluscos, y que podría empezar a extender sus efectos a niveles cada vez más altos de la cadena alimentaría como las ballenas, que se alimentan de plancton, y las aves marinas que comen crustáceos.

Los biólogos Isidro Bosch y Deneb Karentz han descubierto, que los embriones de lapas, estrellas de mar y otros invertebrados, no crecen como es debido cuando se ven afectados por el ataque primaveral de rayos ultravioleta que pasan por el agujero de ozono. Millones de embriones flotan cerca de la superficie del océano, donde son presa fácil de los depredadores y de los rayos ultravioleta. Karentz, de la Universidad de San Francisco, explica: "Lo que vemos es que no se desarrollan siguiendo, la pauta habitual. Toda la estructura se ve esencialmente deformada. Si se supone que tiene que formar una esfera, lo hace pero con un enorme bulto".

Los adultos no parecen tener el mismo problema porque tienen conchas protectoras y viven a mucha mayor profundidad, afirma Karentz. Trabajos de campo y de laboratorio realizados por Karentz y Bosch, demuestran que un nivel elevado de radiación ultravioleta B (UVB) daña los cromosomas de los animales y, según Karentz, "podemos decir que el nivel de daño provocado se corresponde con la cantidad de exposición a la UVB". En otras palabras, cuanto más radiación, mayores serán los daños provocados en todo el sistema reproductor dé los animales.

Los científicos descubrieron la destrucción de la capa de ozono de la estratosfera en los años setenta, y la relacionaron rápidamente con los efectos de las sustancias químicas fabricadas por el hombre, principalmente los CFCs. En el Protocolo de Montreal dé 1987, se acordó suprimir progresivamente la producción de estos hacer compuestos.

Algunas criaturas de la Antártida parecen tomar toda clase de medidas propias de protección. Investigadores de la Universidad del Estado de Arizona han descubierto que unas plantas de la Antártida del género sagina, una especie aterciopelada parecida al musgo que crece en las islas rocosas, desarrollan un pigmento conocido como flavina que parece volverlas más tolerantes a la radiación ultravioleta. Se desconoce cómo y por qué ocurre esto, pero Chris Ruhland, uno de los investigadores, dice que el estudio indica que estas plantas de adaptan a los rayos ultravioleta con métodos que algunas plantas pueden desarrollar y otras no". El botánico Xiong Fushen afirma: "La radiación ultravioleta perjudica la réplica de ADN, eso está claro. Pero lo que estos estudios muestran es que esta especie es bastante tolerante a la UVB". Se ha descubierto que algunos moluscos tienen un aminoácido que absorbe los rayos ultravioleta y que puede protegerles del ataque ultravioleta, explica Karentz.

Los estudios se ven obstaculizados por el hecho de que antes de que fuese descubierto el agujero se había realizado poca investigación microbiológica detallada en este área y los científicos cuentan con pocos datos para establecer comparaciones.

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