Sevilla olímpica
HACE CUATRO años, Sevilla se embarcó en un viaje que a algunos pareció imposible, y a otros, faraónico: solicitar al Comité Olímpico Internacional que la ciudad sea sede de los Juegos Olímpicos de Verano del año 2004. El proyecto, iniciado en 1992 por el alcalde de entonces, Alejandro Rojas Marcos (PA), y por el actual consejero delegado de Sevilla 2004, Enrique Moreno de la Cova, ha conseguido aunar los esfuerzos de todas las. fuerzas políticas, salvo un sector de Izquierda Unida, y constituye una ilusión común para un grupo considerable de ciudadanos, de forma que el respaldo popular de la candidatura es uno de sus principales avales ante el Comité Olímpico Internacional.Para que el proyecto olímpico de Sevilla potencie al máximo las oportunidades de resultar elegido es necesario, en primer lugar, poner fin a la descoordinación entre las distintas fuerzas políticas, como la más reciente disputa pública entre la alcaldesa de Sevilla y el ex alcalde Rojas Marcos acerca del mantenimiento o no de la candidatura sevillana para los Juegos del 2008, en el supuesto de que no se consiguieran los del 2004. La alcaldesa defendió en ese supuesto la renuncia a favor de Madrid, a lo que Rojas Marcos replicaba diciendo que sólo por encima de su cadáver. Este enfrentamiento explícito resulta poco beneficioso para los intereses olímpicos de la ciudad.
Además, los responsables políticos de la candidatura sevillana deben transmitir la impresión firme de que las cuentas olímpicas serán claras, transparentes, y que no habrá maletines ni negocios ocultos gestionados en despachos oficiales. Desafortunadamente, la Expo 92, organizada en Sevilla, y la construcción del tren de alta velocidad (AVE), a pesar de sus elementos beneficiosos -que han sido muchos-, produjeron una secuela de corruptelas y negocios confusos que todavía no han sido olvidados y que en algunos casos están aún pendientes, de aclaración. El AVE, tan criticado por los agoreros y los ignorantes, es la demostración de un acierto y un negocio rentable.
Bajo condiciones de transparencia financiera absoluta y coordinación política sin fisuras es viable y defendible el proyecto olímpico para Sevilla. Los beneficios para la ciudad están fuera de toda duda: con un gasto que hasta ahora se ha contenido dentro de los 420 millones presupuestados para cuatro años, con una financiación privada del 75%, Sevilla se beneficiaría de las inversiones necesarias para culminar el desarrollo de infraestructuras iniciado en la Expo. El aeropuerto, la red ferroviaria, la creación de una nueva Villa Olímpica (que se readaptaría para usos universitarios) y la remodelación de la ciudad supondrían una inversión de otros 100.000 millones más. Son puestos de trabajo y desarrollo, no sólo de Sevilla, sino de otras capitales andaluzas que serían subsedes olímpicas o albergarían otros acontecimientos deportivos.
La apuesta de Sevilla para organizar los Juegos Olímpicos es arriesgada, pero merece inicialmente el apoyo de la sociedad española. La referencia para sus impulsores y gestores debe ser la ejemplar capacidad de organizacion y de éxito de los Juegos de 1992 en Barcelona. Suponemos que habrán pedido consejo a sus múltiples responsables.
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