El proyecto de avión supersónico de pasajeros para el siglo XXI
Los expertos creen que está maduro el sucesor del Concorde
Volar de Londres a Nueva, York en menos de tres horas o de Tokio a Los Angeles en cuatro horas sigue siendo el sueño de las aerolíneas comerciales. Tras la experiencia del Concorde, el único avión de pasajeros supersónico, muchos especialistas creen que ha llegado la hora de una nueva generación supersónica. El proyecto más amplio y costoso es el que se desarrolla actualmente en Estados Unidos de la mano de la NASA, con la participación de fabricantes como Boeing, como medio para mantener el primer puesto de este país en la fabricación de aviones de pasajeros.Su objetivo es tener un vehículo que alcance una velocidad de crucero de 2,4 veces la velocidad del sonido (2,4 mach) para el año 2002 a 2005. Los principales obstáculos son los medioambientales: el ruido y la contaminación.
El High Speed Civil Transport (Transporte Civil de Alta Velocidad o HSCT en las siglas inglesas) toma como punto de partida el crecimiento de la de manda en vuelos largos y el avance tecnológico que ha habido desde que se diseñó el Concorde, señalaron algunos de sus responsables en la reciente reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia en Seattle.El ozono
Tendría un alcance de entre 5.000 y 6. 000 millas (9.250 y 11. 100 kilómetros), frente a las 3.500 millas (6.500 kilómetros) del Concorde; capacidad para más de 290 pasajeros (100 en el Concorde), tendría asegurada su rentabilidad con mayor probabilidad que el deficitario Concorde y causaría mucho menos ruido. En cuanto a este último aspecto, se intenta por un lado que cumpla las normas actual y futura sobre ruidos y que no produzca estampidos apreciables sobre áreas pobladas cuando cruce la barrera del sonido.
El HSCT también tendría que poder funcionar en aeropuertos normales, con el mismo combustible que los aviones subsónicos, y disponer de un confort interno similar a los actuales aviones. Y además, y ésta es una preocupación fundamental, según Rodney R. Boyer y William E. Quist, especialistas de Boeing, debe demostrar ser inocuo para la capa de ozono.
Los mayores desafíos técnicos, además de los medioambientales, que plantea un avión de este tipo, construido prácticamente desde cero, son el diseño aerodinámico, los motores y los materiales. No se trata sólo de hacer algo que vuele sino que vuele durante muchísimas horas sin deteriorarse y con gran seguridad y cuyo peso total no supere cierto límite. Nuevos materiales compuestos, similares a los que ya se utilizan en coches y aviones, el aluminio y los laminados de titanio son algunos de los estudiados. El proyecto de la NASA se inclina por motores con régimen variable de admisión mientras que algunos europeos piensan en una especie de ventilador intermedio en el motor para regularlo.
Malcolm MacKinnan es el jefe del proyecto HSCT en la Boeing. Afirma que los últimos análisis indican que una flota de aviones supersónicos causaría muy poco impacto sobre la capa de ozono, algo que sin duda será discutido durante largo tiempo. También cree que la radiación a que se ve sometida el avión al volar a mayor altura no significa un peligro para el viajero normal, aunque sí sería. necesaria una educación de las tripulaciones y de los viajeros habituales para minimizar su exposición.
Según los datos de este ingeniero, se han obtenido progresos significativos en la supresión del ruido mediante silenciadores en los motores en pruebas en túneles de viento y se piensa que será posible cumplir las normas sobre ruido. Se está estudiando cómo minimizar el estampido sónico sobre tierra y se va a estudiar su efecto sobre los mamíferos marinos. El avión podría volar también por debajo de la velocidad del sonido (0.95 mach).En todo caso, se trata de un proyecto movido exclusivamente por su interés comercial. Si no se demuestra que puede ser rentable porque muchos viajeros apostarían por ahorrarse cierto tiempo de viaje siempre que el billete no fuera mucho más caro que en un avión normal, el proyecto no seguirá adelante, piensa William Lowe, encargado de los Concorde en British Airways. Lowe no cree que el avión supersónico se encuentre a la vuelta de la esquina y, aunque está de acuerdo en que el ozono no parece representar un gran problema, recuerda que las emisiones de óxidos de nitrógeno sí lo son por el momento.
Lograr un acuerdo mundial sobre ruidos y emisiones es vital para un proyecto de este tipo: "Tenemos que conocer las reglas antes de embarcarnos en el trabajo detallado y caro de desarrollo", afirmó Lowe, recordando los problemas de este tipo a los que se enfrenta el Concorde para poder volar a los destinos deseados.
Lowe recordó que, además del proyecto de la NASA, financiado con casi 2.000 millones de dólares (280.000 millones de pesetas), hay trabajos que se realizan en este campo en Europa. Pero su opinión es que no tiene sentido desarrollar más que un avión de este tipo en el mundo. Se trata de conseguir un gran proyecto mundial, pero pronto; el mercado está maduro.
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