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Harnoncourt dirige en Zúrich una 'Aida' ambientada en Oriente Próximo

¿Por qué la ópera tiene que vivir anclada? Ésta es la pregunta que debe haberse hecho el cineasta alemán Johannes Schaaf, autor de la escenografía de la grandilocuente ópera de Giuseppe Verdi Aida, que se presenta en el teatro de la ópera de Zúrich despojando de la pompa faraónica del viejo Egipto para trasladarla al escenario moderno y relativamente modesto de una región actual de Oriente Medio, en la que no faltan bombas, turistas o conflictos religiosos.La mayoría del público, acostumbrado a que este prestigioso centro operístico de la capital financiera helvética le depare todo tipo de sorpresas en el terreno de lo experimental, se rindió sin concesiones tras su reticencia inicial, a esta nueva visión de la ópera de Verdi, cuya elección musical estuvo a cargo de Nikolaus Harnoncourt.

La unión de Harnoncourt, que por primera vez dirige una ópera de Verdi, y de Schaaf, que también trabaja por primera vez en Zúrich, aún respetando pulcramente el libreto y la música, ha logrado metamorfosear la solemne Aida en una obra intimista, de la que han eliminado todo fasto, más propicia de la música de cámara que de una gran orquesta, alejándola años luz de lo visto y oído hasta ahora. En el reparto están: Daniela Dessi, como Aida; Matti Salminen, como el supremo sacerdote; y Giorgio Zancanaro, como Amonasro.

Así, una región de Oriente Medio ha reemplazado al viejo Egipto en la acción. Los invasores son ahora hordas de turistas que llegan pertrechados de cámaras de fotos y vídeos, para perpetrar su particular ametrallamiento a golpe de flash y clic de sus aparatos durante la célebre marcha de Aida.

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